Cuando he
recibido el honor de ser pregonero de las fiestas de Nuestra
Señora del Carrascal y San Roque en Canicosa de la Sierra de
este año, ha sido para mi motivo de orgullo y sobre todo,
compromiso.
Orgullo porque
soy un serrano más de la Sierra Burgalesa y compromiso porque
no sé si voy a conseguir haceros participes de los
sentimientos que en mí provoca el bello lugar en el que os ha
correspondido en suerte desarrollar vuestras vidas.
¡Qué dura fue
la vida de aquellos paisanos vuestros! Apenas apuntaba el día
partían con su pareja de bueyes camino del monte. Al
atardecer, ya sin luz de sol, atravesaban desfallecidos las
calles de Canicosa. Y al apuntar el alba cada día en el
horizonte, nos trae recuerdos de cuantos nos precedieron, que
tanto lucharon para que nosotros vivamos mucho mejor,
recogiendo su testigo para conservarlo y si cabe, mejorarlo.
En su honor, y
en recuerdo de aquellos carreteros que tanto amaron a su
pueblo, dedico este soneto:
Por amigos,
los bueyes y carretas,
caminos
intrincados y alboradas;
por necesidad,
truenos de cornadas
con las astas
de sierra por lancetas.
Del día a día
mártires ascetas
que fijan en
el cielo sus miradas
ya troncos
que a Dios pisan sus moradas
derriban con
crujidos de saetas.
Hasta muestra
su gran pesar la rosa
que ve pasar
inerte la madera
ofreciendo sus
pétalos yunteros
.
Desconoce el
olor que en Canicosa
entre risa y
penar no hay frontera
y es la tala
el jornal de carreteros.
Para quienes
llevamos, incluso, con un punto de vanidad, ser serrano o para
quienes han elegido quedarse aquí en este valle, las fiestas
son un reencuentro con los amigos de la infancia. Y también
para recordar aquellos otros a los que asistimos de niños en
compañía de quienes se nos fueron para siempre y que hoy
evocamos con nostalgia: los paseos a la Fuente de la Pisa, la
Romería de revenga, el paraje de San Roque, el de La Chorlita
o el de la Ermita de Nuestra Señora del Carrascal y otros
tantos motivos para celebrar que nos son tan gratos a muchos
de los presentes.
Y un pregón
que, aún de forma sumaria, pretenda sintetizar los signos de
identidad del lugar, no puede concluir sin una referencia
identificadora de Canicosa de la Sierra.
Me refiero a
su invierno, época denostada en otros contornos y que, sin
embargo, aquí tiene una sentido especial.
En Canicosa,
el invierno es ante todo, tiempo de espera, de paz, de
chimenea, de reflexión, de recuerdo, de charla junto a la
lumbre y que en los tiempos duros de antaño, significaba otra
forma de vivir, más intima e intensa.
Yo recuerdo,
como muchos de vosotros, sobre todo los inviernos fríos de mi
pueblo, cuando el agua se hacía carámbano asomando por los
aleros del tejado, el aire caliente de la boca se veía ya los
niños nos picaban lo sabañones.
Pero aquello
era preludio de que llegaba la matanza, ese tiempo de camilla,
brasero y vencindeo, esos días de abundancia, cuando el cerdo
alegraba aquellos estómagos vacíos.
"La morcilla,
el picadillo, las tetillas, esas, bien churrascaditas que nos
daban a los más pequeños o cortábamos a hurtadillas, la sangre
y la asadurilla, no eran enemigos de la salud, porque entonces
el colesterol o no existía o por supuesto, todo era del bueno.
Después venían
los chorizos, el lomo adobado, las costillas, el jamón y sobre
todo el tocino, ese gran señor de los pobres, que por entonces
pocos se libraban de esa propiedad.
De todos los
modos, menos mal al cerdo, ya su generosidad y menos mal,
también al cocido plato de casi todos los días.
¿Madre que hay
para comer hoy? Cocido hijo, cocido o lentejas ¿qué va a
haber? Y si le replicabas te respondía diciendo: ¡Hambre era
lo que necesitabas pasar, como tantos otros, para que te
dieras cuenta de la suerte que tienes!.
Y nosotros a
lo bajines decíamos ¡Qué dura es la vida!.
Pero realmente
la dureza de la vida nos llega ahora cuando todo está
prohibido.
¡Hasta los
garbanzos!
Sin embargo,
nos los comíamos en menos tiempo -como dice el refrán- que se
persigna un cura loco.
El inevitable
transcurso del tiempo y la evolución de nuestras vidas nos
impedirá volver a cortar los pinos de mayo, jugar a pelota de
mano, subirnos a los robles con esa agilidad infantil o a
bañarnos en el Puente Lavadera. Tampoco veremos pasar a los
carreteros con su yunta de bueyes.
Sin embargo,
nuestra ausencia no impedirá que siga celebrándose el primer
baile en la campa de la ermita de san roque, que el prior
ofrezca chocolate y bizcochos a los sacerdotes y por la noche,
se mantenga el concurso de ropas antiguas y por supuesto, que
en nuestros prados continúen brotando las setas de mayo y
después la manzanilla.
¡Y seguirá el
majestuoso Pino-roble vigilando el Pinachón!
Por mucho que
Canicosa haya sido ya loada por propios y extraños, no puedo
dejar de referirme a sus casonas carreteras, con su majestuoso
arco de piedra, a sus casas serranas de volados aleros, que
aún resisten la violencia de los crudos inviernos, arrulladas
por el vaivén de canciones de agua del río Penedillo, que
fecunda los prados verdes, de donde sale el heno que alimenta
vuestro ganado.
Y... ¡qué
decir de la iglesia de San Esteban, orgullo de los canicosos,
testigo mudo de alegrías y tristezas desde hace mas de diez
siglos.
Quiero, amigos
todos, con este pregón recordar que sois tan importantes como
para que ser los poseedores de la Carta Real más antigua, de
reconocimiento de privilegios forestales a los vecinos de esta
villa.
Me gustaría
dirigirme también, en este contexto de recuerdos, a esos
paisanos que un día tuvieron que salir del pueblo, algunos de
los cuales hoy os encontráis entre nosotros.
Y a vosotros,
mozos y mozas, niños y niñas (que envidia) enfundaros vuestros
trajes festivos, que empiece la función, que ya se nota
vuestra fuerza e ilusión, para asumir el ritmo de la historia,
poniendo un nuevo eslabón a la cadena, y apostando seriamente
por la historia, recordando a cuantos nos precedieron haciendo
una Canicosa para nosotros, y nosotros estamos para que otros
no la deshagan.
A los priores,
mayordomos y hermanos de las cofradías para que continuéis"
conservando vuestras tradiciones.
A Ramiro,
vuestro alcalde, objetivo de vuestras quejas durante el resto
del año, por unos días vamos a reconocer sus esfuerzos, con la
inestimable ayuda de toda su Corporación, de cuyo batallar en
pro de la mejora de Canicosa, soy testigo cualificado.
A vuestra
Reina de Fiestas (Vanesa), al Rey Luis / de Canicosa, al
Alcalde de Mozos, Roberto y a José María Alguacil, a quienes
lo efímero de su reinado no resta un ápice de justicia a su
elección, quiero instarles a que conserven para siempre el
orgullo de representar a su pueblo.
Amigos de
Canicosa: de orden del Señor Alcalde es hora ya que se suene
la música. Que todos se alegren. Estallen los cohetes y giren
las parejas en el baile y sobre todo, se acalle la voz de este
pregonero y comience la algarabía de las Peñas.
Amigos todos:
¡ VIVA
CANICOSA! ¡ VIVA BURGOS! ¡ VIVA CASTILLA y LEÓN!
Ignacio
Alfredo González Torres
Secretario Territorial
Junta de
Castilla y León
Delegación
Territorial de Burgos
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