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LA LEYENDA DE LA VIRGEN DEL CARRASCAL  

COPLAS DEL TÍO PERICO  

RAFAEL ALBERTI 

 

 

 

 

LA LEYENDA DE LA VIRGEN DEL CARRASCAL

 

 

Canicosa, al igual que otras Villas y Ciudades, cuenta también con sus propias leyendas. Estas vienen a relatarnos por tradición oral, de boca a boca, de padres a hijos, durante siglos a veces, aspectos poco creíbles de lugares, héroes y dioses. Sin embargo, a diferencia de las mentiras, las leyendas nos cogen predispuestos, las más de las veces, a aceptar a cierra ojos, sus fantasías. Con ello no se hace mal a nadie y, por el contrario, el espíritu se siente alimentado, una y otra vez, de los sueños más hermosos.

 

Situada en lo alto del pueblo, atenta siempre en su atalaya de piedra, se halla enclavada la ermita de Nuestra Señora del Carrascal. En el apogeo de nuestras Fiestas Patronales la tradición nos arrastra a degustar el queso y el vino bajo el cobijo fresco de su sombra y la de las encinas que, acá y allá, salpican el paisaje. Esta ermita, respetada y querida por todos, alberga en su interior a la Patrona de nuestro pueblo, Nuestra Señora del Carrascal.

 

Tal vez convenga recordar, aquí y ahora, para los más jóvenes, que la ermita del Carrascal tiene su origen en una leyenda o, si se quiere, para quienes conservan viva su fe, en uno de esos milagros que antaño, quien sabe por que extraña razón, se producían con mucha más frecuencia que en la actualidad.

 

Pero digámoslo de una vez: la leyenda o el milagro relatan que, en tiempos de difícil memoria, un pastor cualquiera de estos pagos advirtió, no sin notable sobresalto, el volumen desmesurado que iba tomando el ganado que transitaba por el Carrascal. Asimismo, con extrañeza e interés crecientes, el mismo pastor pudo percatarse de como las vacas que pastaban en aquel paraje, aumentaban de modo felizmente alarmante, su diaria producción de leche.

 

No mucho tiempo después sobrevino la leyenda, o el milagro, como explicación de los portentos observados en los animales. Una imagen de la Virgen inesperadamente, apareció sepultada en los aledaños del Carrascal.

 

Hoy el pueblo la honra como patrona. y ha de parecernos bien a todos que una Virgen, a quien el pueblo erigió una ermita, siga siendo quien vele por los hijos y nietos de quienes, hace ya tanto tiempo, vieron en ella un símbolo de fecundidad y de abundancia.

 

Rodolfo Pascual Pascual
 Agosto de 1993.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

COPLAS DEL TÍO PERICO

 

 

I

 

Con el cigarro puro, niño,
tú vienes a presumir.
Más vale que te dieran
un palo y a dormir.


Hasta las nueve te aguardo,
dueño mío, en la ventana.
Y si a las nueve no vienes,
cierro y me voy a la cama.


Ya han dado las doce y media
y mi marido no viene.
¡Cuál será la picarona
que entretenido le tiene!


En Canicosa de la Sierra
hay muchas que son hermosas.
Son las cubas de buen vino
y también las mozas.


Para cantar, tener gracia;
para bailar, salero;
para tocar la guitarra,
saber menear los dedos.


Para cantar y bailar
los cojos tienen la fama,
pero para trabajar,
¡ay, que me duele la pata!


Ábreme la puerta,
la puerta de la calle.
Ábreme la puerta
que vengo del baile.


Ábreme la puerta.

¿Con quién has bailado?
Con una chica rubia
que a mí me ha gustado.


Cuando a casarse va el hombre

camina hacia el matadero
y la mujer y la suegra
le hacen el degolladero.


La guitarra pide vino
y el guitarrillo aguardiente.
Los mocitos que lo tocan
piden mocitas de a veinte.


Las mujeres son el diablo,
tentación de Lucifer.
Se visten por la cabeza
y se desnudan por los pies.


Aunque no soy labrador
a ninguno tengo envidia
para echar el surco derecho
en el jardín de una niña.

 

 

II

 

 

En el puente de La Virgen
una doncella vi
y con el ruido del agua
yo me acerqué allí.


Oí una voz que decía:
¡Ay de mil ¡Ay de mil ¡Ay de mil
Yo que la vi solita
la declaré mi amor.


Ella se quedó turbada
y nada me contestó.
Y entonces dije yo:
¡Ya cayól ¡Ya cayól ¡Ya cayó!


La cogí de la mano
y la llevé a un café
y en su divino rostro
tres besos la estampé.


Y entonces dijo la niña:
otros tres, otros tres; ya son seis.
Y entonces dijo la niña:
¡Ay Jesús! ¡Qué atrevido es usted!


Y llorando me dijo:
No me olvides por Dios,
bien sabes que mi amor triste
sólo en ti, sólo en ti se rindió.


Cochina, vete a fregar
que el agua ya está caliente
y el estropajo da voces,
desde mi casa se siente.


Ya no quiero más pan tuyo
que me amarga la corteza
y no quiero más amores.
Los que he tenido me pesan.


Morena, la de mi barrio,
toquillas y confiadas
cuidad no os engañe el tiempo,
la edad y la confianza.


No os dejéis lisonjear
de la juventud lozana
porque de caducas flores
vierte el tiempo sus guirnaldas.


Anoche a las siete y media,
antes de rayar el sol,
le cortaron las orejas
al burro de Cagalón.


Las doce de la noche son
y el cura anda por la calle.
Las doce de la noche son
y ese cuervo pide carne.


¡Jueves Santo, Jueves Santol
Día de grande pasión,
día que crucificaron
a Cristo Nuestro Señor.


Lunes le lavan los pies;
martes, en el huerto orando;
miércoles, en la columna;
jueves, de espinas cercado;

 

Viernes, con la cruz a cuestas
caminaba pal Calvario;
sábado, en el sepulcro;
domingo, ha resucitado.


Y aquí se acabó la historia
de Jesús el Nazareno.
Dios nos dé salud y gracia
para subir a los cielos.


Las mujeres son el diablo,
tentación del enemigo.
Hacen estirar al hombre
lo que tienen encogido.


A la mujer yo la comparo
como a la gallina
que faltándole el gallo
a cualquier pollo se arrima.

 

 

 Coplas que recitaba el tío Perico (Pedro Ureta Andrés), fallecido en 1996.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

RAFAEL ALBERTI

 

 
Canicosa de la Sierra
 
Sí, nada más que la abuela,
la abuela entre las gallinas,
y el nieto subido a un árbol.
Sí, nada más.
 
No, por invierno las nieves,
los corzos y los venados,
y la fogata en el monte
para que el lobo del viento
no devore los ganados.
 

 

 
De Canicosa de la Sierra
a Santo Domingo de Silos
 
No quiero pasar de noche
sin luna, el desfiladero.
No quiero.
 
Que no lo quiero pasar,
porque no veo lo hondo,
lo hondo que va al pinar.