Castilla y León, comunidad autónoma situada en el centro y noroeste de España. Limita al norte con Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco, al sur con Extremadura, la Comunidad de Madrid y Castilla-La Mancha, al este con el País Vasco, La Rioja y Aragón, y al oeste con Galicia y Portugal. Tiene una superficie de 94.224 km2, que representan casi una quinta parte del territorio español. Sus nueve provincias, León, Zamora, Salamanca —el antiguo reino de León—, Burgos, Soria, Segovia, Ávila, Valladolid y Palencia —que, junto con las antiguas provincias de Santander y Logroño formaban la región de Castilla la Vieja—, constituyen la comunidad autónoma más extensa del país y la mayor región de la Unión Europea.

 

TERRITORIO Y RECURSOS

 

El territorio está formado por una alta y vasta altiplanicie, la submeseta Norte, recorrida por el río Duero y prácticamente rodeada por montañas: la cordillera Cantábrica y el macizo Galaico-leonés al norte y noroeste, el sistema Central al sur y el sistema Ibérico al este. La región leonesa ocupa el borde noroccidental de la meseta Central. El relieve característico y de mayor extensión de la altiplanicie son los páramos, plataformas tabulares interfluviales con una altitud entre los 850 y los 1.100 m, siendo los de Castrojeriz, Cerrato y Torozos los más destacados. También abundan las campiñas, que son amplias y fértiles llanuras, de las que la Tierra de Campos es la más representativa. Al norte de León, Palencia y Burgos se encuentra la vertiente meridional de la cordillera Cantábrica, con altitudes superiores a los 2.000 metros.

 

En los Picos de Europa se halla la principal elevación de la comunidad: Torre Cerredo, de 2.648 metros. Las cimas más importantes del sistema montañoso cantábrico son peña Ubiña, peña Vieja y peña Prieta. Los caudalosos ríos que atraviesan esta cordillera han creado espectaculares desfiladeros, como los del Cares y el Sella, o la zona de los Ancares leoneses.

 

Los montes de León forman parte del macizo Galaico, donde sobresalen las sierras Segundera —con lagos de origen glaciar, como el de Sanabria— y Cabrera; el Teleno (2.188 m) es su pico más alto. Al oeste de la provincia de León se extiende la verde y frondosa comarca de El Bierzo, en acusado contraste con el desnudo paisaje de La Maragatería.

 

Al sistema Ibérico pertenecen los montes de Oca, la sierra de la Demanda, los picos de Urbión, la sierra Cebollera y la sierra del Moncayo, que culmina a 2.316 m de altitud.

 

En el sistema Central se encuentran las sierras Ministra y de Pela —en la provincia de Soria—, las vertientes septentrionales de las sierras de Ayllón, Somosierra y Guadarrama, con el pico de Peñalara, (2.430 m) —integradas en las provincias de Guadalajara, Segovia y Ávila— y, en tierras de Ávila y Salamanca, la sierra de Gredos —donde se alza el pico Almanzor (2.592 m) y en la que hay varios circos glaciares—, la sierra de Francia y la sierra de Gata. Junto a las montañas también destacan las fosas por las que discurren los ríos Tiétar y Alberche. Al oeste, el río Duero y sus afluentes forman parte de la extensa frontera con Portugal, con cortes fluviales, como los Arribes del Duero, y abruptos desniveles que superan los 500 metros.

 

Hidrografía

 

El Duero, con 895 km de longitud, es el río que domina la comunidad. Nace en los picos de Urbión y desemboca en el océano Atlántico en la ciudad portuguesa de Oporto. Su cuenca tiene 79.326 km2 y recoge las abundantes aguas de lluvia y los aportes pluvio-nivales de las montañas que casi circundan la meseta, lo que le convierte en el segundo río más caudaloso de la península, con 570 m3/seg. El Esla y el Pisuerga son sus principales afluentes por la margen derecha, mientras que por su izquierda destacan el Eresma-Adaja y el Tormes. Los numerosos embalses —Saucelle, Villalcampo o Castro— resultan decisivos para la actividad económica de la región. Otros cauces fluviales son los del Cares y el Sella, que vierten sus aguas al Atlántico, el Tiétar y Alberche, que son tributarios del Tajo y, por último, algunos afluentes del Ebro.

 

 

 

 

 

Clima

 

El clima mediterráneo queda alterado por rasgos de tipo continental debido a la altitud de estas tierras y a las montañas que dificultan la influencia marítima. Las temperaturas son extremas, con fríos inviernos en los que la temperatura media es de 4º C, y en los que se registran con cierta frecuencia valores mínimos en torno a los -15 ºC. Las bajas temperaturas son habituales desde octubre hasta abril-mayo. Los veranos son breves y suaves, con temperaturas cuyo promedio se sitúa en los 21 ºC, y en los que lo más representativo es la acusada oscilación térmica entre el día y la noche. Las precipitaciones son escasas, aunque debido a la gran superficie de la comunidad existen diferencias entre las zonas interiores de la meseta, que son más secas, y las montañas periféricas, donde aumentan hasta alcanzar en algunos lugares los 1.900 mm, como en los Ancares leoneses, cerca de Galicia.

 

Flora y fauna

 

La vegetación refleja la variedad climática de la comunidad, la diversidad de su relieve y la acción humana. Las encinas son los árboles más extendidos en todas las provincias. Los enebros y las sabinas —en los páramos de Soria y Burgos— eran las especies arbóreas dominantes, sustituidas actualmente, en gran parte, por robles —Parque nacional Picos de Europa (León), Reserva nacional de Caza de Riaño (León) y Reserva nacional de Caza de Fuentes Carrionas (Palencia)—, alcornoques y encinas en las dehesas salmantinas, así como castaños, hayas y sobre todo pinos silvestres —sierra de Guadarrama y sistema Ibérico— y pinos piñoneros —Tierra de Pinares, en la campiña vallisoletana—. Los bosques han visto progresivamente reducida su extensión y su empobrecimiento ha provocado la aparición de las dehesas. Los matorrales —jaras, brezos y escobonares— cubren una cuarta parte del territorio.

Las diferencias de relieve y vegetación entre unas zonas y otras marcan la diversidad de la fauna. El zorro, el gato montés y las ovejas abundan en la amplia llanura esteparia; el toro bravo de lidia se encuentra en las dehesas salmantinas; los ciervos, corzos y urogallos habitan en las montañas del norte; las sierras del noroeste son los dominios del lobo; y, por último, la cordillera Central es el hábitat del águila real y del buitre leonado, del que en las montañas segovianas existe una de las más importantes colonias de Europa.

 

Recursos naturales

 

La riqueza minera leonesa de otras épocas —hierro, estaño y tungsteno (volframio)— hoy en día está en regresión; también atraviesan dificultades las explotaciones de hulla y antracita. Tan sólo las extracciones de granito y pizarra siguen siendo rentables. La región produce más del 20% de la energía eléctrica española gracias al complejo hidroeléctrico situado en los Arribes del Duero.

 

DEMOGRAFÍA

 

Los índices de población de la comunidad de Castilla y León siempre han estado por debajo de la media nacional. A principios del siglo XX sus efectivos humanos representaban el 12,4% del total de España, mientras que en la década de 1990 descendieron hasta un 6,7%. La densidad media actual es de 26 hab/km2 —la española es de 79 hab/km2—, aunque casi la mitad de sus municipios tienen en torno a los 10 hab/km2. Los 2.860.000 de personas registrados en 1950 marcaron el momento de mayor población; a partir de esa fecha se inició un fuerte descenso demográfico. En 1975 había 2.540.000 habitantes, y desde entonces se mantienen los índices de crecimiento en términos similares (en 2001 el número de habitantes era de 2.456.474). La principal razón de la pérdida demográfica ha sido la emigración, que alcanzó su mayor intensidad en las décadas de 1960 y 1970. Se calcula que este éxodo supuso la marcha de un millón de personas —fundamentalmente campesinos— hacia las grandes ciudades del país y, en menor medida, hacia el extranjero. Esta situación ha provocado un descenso de la densidad de población en muchas áreas agrícolas y el envejecimiento demográfico. El crecimiento vegetativo arroja unos índices muy bajos y en muchas regiones no está asegurada la tasa de renovación generacional.

 

Existe una fuerte disparidad entre los núcleos urbanos y los rurales. Son mayoritarios los municipios con menos de 100 habitantes, los que tienen entre 500 y 5.000 ven reducirse sus efectivos humanos de forma progresiva, y son las capitales de provincia y las ciudades industriales de Ponferrada, Miranda de Ebro y Aranda de Duero las que ven incrementar su población, acogiendo a casi la mitad de los habitantes de la comunidad.

 

División administrativa y principales villas y ciudades

 

Sin tradición regionalista, los defensores del regionalismo castellano-leonés como alternativa a la división provincial constituyen grupos muy minoritarios que cuentan con muy escaso respaldo popular. Las provincias y sus respectivas capitales son los ejes de la vida administrativa y política. Valladolid, la capital autonómica, es la ciudad con mayor población, 316.580 habitantes, según estimaciones para 2001. Le siguen a considerable distancia Salamanca (156.368 habitantes), Burgos (166.187 habitantes), León (130.916 habitantes), Palencia (79.797 habitantes), Zamora (64.845 habitantes) y Segovia (54.368 habitantes). El resto de capitales no superan los 50.000 habitantes.

 

 

 

 

MANIFESTACIONES CULTURALES Y ARTÍSTICAS

 

Las actividades culturales en las diferentes capitales provinciales han aumentado desde la constitución de la autonomía. En Valladolid se celebra anualmente la Semana Internacional de Cine, al igual que la Muestra Internacional de Teatro, la Muestra de Danza y diferentes actos ligados a la actividad de su universidad. Medina del Campo, el castillo de la Mota, Simancas, Tordesillas y la Universidad de Salamanca destacan por su variada oferta cultural y artística. El canto gregoriano de los monjes del monasterio de Santo Domingo de Silos ha alcanzado fama mundial. Las procesiones de Semana Santa, sobre todo las de Zamora, Salamanca y Valladolid, sobresalen por el valor de las piezas de imaginería que en ellas se muestran.

 

Arte

 

Del medio millar de castillos y fortalezas que probablemente hubo en estas tierras, actualmente pocos han sobrevivido al paso del tiempo. Gracias a la labor de conservación y de transformación para uso público realizada en la segunda mitad del siglo XX puede hablarse, entre otras, de una ruta de los castillos por tierras de Valladolid, Ávila y Segovia. Entre los más famosos están el de Simancas, que alberga el Archivo General de la Corona de Castilla; el antiguo palacio mudéjar convertido en el Real Monasterio de Santa Clara, en Tordesillas; el castillo de Torrelobatón; el castillo de la Mota, próximo a Medina del Campo; el de Arévalo, también mudéjar; el de Peñafiel y el imponente castillo de Coca, en la provincia de Segovia.

 

Los Toros de Guisando constituyen otra de las muestras representativas de la historia de la comunidad; son cuatro robustas esculturas prerromanas hechas de granito, toscamente talladas, ante las que la nobleza castellana juró fidelidad a Isabel la Católica en 1468.

 

La arquitectura románica se refleja en importantes monumentos religiosos, como la iglesia de San Martín de Frómista, la basílica de San Isidoro de León, el claustro de Santo Domingo de Silos o la iglesia de San Esteban de Gormaz. También de este estilo son las murallas de la ciudad de Ávila, los monasterios de Santa María de la Huerta (Soria) y el de las Huelgas Reales (Burgos). En la evolución hacia el gótico están las catedrales de Zamora, la catedral vieja de Salamanca y la colegiata de Santa María, en Toro.

 

Las catedral de León y la catedral de Burgos empezaron a construirse en el siglo XIII de acuerdo con las nuevas tendencias artísticas del gótico, al igual que las de Burgo de Osma, Palencia, Astorga o Segovia. El gótico isabelino transformó el aspecto de la ciudad de Valladolid, y buena muestra son el convento de San Pablo o el colegio de San Gregorio, al igual que la Cartuja de Miraflores, en Burgos, o el monasterio de Santo Tomás, en Ávila. Al gótico mudéjar pertenecen el monasterio de Santa Clara, en Tordesillas; el de San Pedro de las Dueñas y la Casa del Cordón, en Burgos, y la Casa de las Conchas, en Salamanca.

 

En el renacimiento se construyeron la fachada de la Universidad de Salamanca, el convento de San Marcos de León y la catedral de Valladolid, junto a numerosas casas señoriales en los núcleos urbanos de Ávila, Segovia, León o Ciudad Rodrigo.

 

 

Gastronomía

 

La gastronomía de la región es muy variada. Los platos más conocidos son los asados de cordero y el cochinillo, junto a la sopa de ajo y la sopa castellana. Pero también lo es la carne de ternera de Ávila, el cerdo ibérico de Salamanca —jamón y chorizo— y los embutidos de las zonas altas de León, elaborados con carne de cerdo y de vaca. La caza ofrece abundantes platos: codornices estofadas, perdices en escabeche, conejos, jabalíes y corzos. La mantequilla de Soria, la olla podrida burgalesa, la chanfaina de Salamanca o el cocido maragato son otras muestras de su cocina. Las legumbres constituyen un componente importante en la alimentación de los pueblos de la comunidad. Los quesos —el fresco de Burgos, el zamorano o el de Valladolid— y los dulces —las mantecadas de Astorga, las yemas de Santa Teresa en Ávila, los empiñonados de Aranda del Duero y las almendras garrapiñadas de Salamanca— son también destacadas manifestaciones de su arte culinario.

 

Su vitalidad vinícola hace que sus caldos salgan a los mercados nacionales e internacionales y compitan con los de otras regiones de más tradición. Cuatro son las denominaciones de origen de mayor calidad: el Vega Sicilia en la Ribera del Duero, los amontillados y los vinos blancos de alta graduación de Rueda, los vinos rosados de Cigales y los vinos de Toro.

 

Economía

 

La agricultura supone tan sólo el 10% del producto interior bruto (PIB) de la comunidad, pero representa el 15% de la producción final agraria española. La cebada, las leguminosas, la remolacha azucarera (betabel) y las ovejas (borregos) son los productos agropecuarios más importantes de un campo que practica cada vez más los cultivos intensivos, causa y consecuencia del intenso éxodo rural.

 

Los cereales son característicos de las tierras de secano, en las que el barbecho está en retroceso. La cebada se ha convertido en el producto principal, desplazando al trigo a un segundo lugar. La producción de girasol, patatas (papas), leguminosas y viñedo ha quedado relegada a áreas muy concretas, en función de su calidad y prestigio comercial.

 

Las tierras de regadío ocupan una extensión muy inferior a las de secano, pero constituyen la gran alternativa del paisaje agrario. Su continua expansión está relacionada con el aprovechamiento de las aguas de los ríos al construirse una amplia red de embalses y la perforación de pozos para que afloren las aguas subterráneas; es el área de la remolacha azucarera, las plantas forrajeras, los cereales y las patatas. En las proximidades de los núcleos urbanos las tierras de regadío aumentan su productividad y se cultivan, además, hortalizas, maíz, leguminosas y lúpulo.

 

La cabaña ovina tiene gran valor y sigue practicándose, mayoritariamente, en régimen de trashumancia. La cría de toros de lidia destaca en Salamanca. Han hecho su aparición grandes y modernas granjas de vacuno que destinan su producción al abastecimiento de las ciudades, aunque siguen perviviendo pequeñas explotaciones agrícolas o ganaderas que tienen serias dificultades para sobrevivir.

 

La producción de energía hidroeléctrica y termoeléctrica es una de las actividades más destacadas de la comunidad, suministrando el 20% de la energía eléctrica española. En el cauce del bajo Duero se ha construido un gran complejo a base de embalses y centrales, como las de Almendra-Villarino, Aldeadávila, Saucelle o Villalcampo, mientras que las centrales térmicas de Compostilla, Anllares, La Robla y Velilla se localizan en las montañas de León y Palencia para aprovechar los ricos yacimientos de hulla y antracita.

 

La producción industrial casi alcanza el 30% del PIB regional. Tradicionalmente estaba centrada en la producción textil de Béjar, Medina del Campo y Palencia, en la industria azucarera de León, Toro o Benavente, y en la del cuero de la provincia de Salamanca. Los polos de desarrollo de Valladolid y de Burgos favorecieron la concentración industrial; en ellos destacan la fabricación de automóviles, productos químicos y agroalimentarios. También hay actividad fabril en León, Palencia, Aranda del Duero y Miranda de Ebro.

 

El sector servicios, sobre todo el turismo, representa, desde la década de 1960, más de la mitad de la riqueza regional.

 

Comunicaciones y comercio

 

Los principales ejes viarios, tanto en el tráfico de mercancías como de viajeros, son las radiales N-I, también llamada carretera o autovía de Burgos, y N-VI, denominada carretera de La Coruña o autovía del Noroeste, así como la N-620, que conecta Burgos con Valladolid y Salamanca; estas carreteras unen las capitales de provincia, como Burgos, León, Valladolid, Salamanca, con localidades tan importantes como Medina del Campo, Aranda de Duero y Miranda de Ebro. Con escasos tramos de autopista (entre Burgos y Miranda), el ferrocarril juega un destacado papel al unir algunos de los principales núcleos urbanos.

 

GOBIERNO

 

La Asamblea Parlamentaria, constituida el 31 de octubre de 1977, emprendió la negociación para la creación del Consejo General de Castilla y León, según Real Decreto de 30 de junio de 1978. Las dificultades de la preautonomía fueron muchas, pues se planteó la segregación de las provincias de Santander, Logroño y León. De ellas, sólo León decidió, en abril de 1980, incorporarse a la comunidad autónoma. De acuerdo con el artículo 143 de la Constitución, el 25 de febrero de 1983 se promulgó el Estatuto de Autonomía. Se plantearon recursos de inconstitucionalidad contra la permanencia de Segovia y León que fueron desestimados. La decisión de establecer la capitalidad en Valladolid también fue fuente de conflictos, y sólo en diciembre de 1987 las Cortes regionales aprobaron por unanimidad que esta ciudad fuera la sede de la Junta y del legislativo, mientras que en la villa de Arlanzón —Burgos— se ubicaría el Tribunal Superior de Justicia.

 

En abril de 1998, y tras un periodo de 14 meses de estudio y debate, las Cortes de Castilla y León aprobaron una reforma del Estatuto de Autonomía con los votos favorables del Partido Popular (PP), el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el de una procuradora independiente, y con los votos en contra de la Unión del Pueblo Leonés e Izquierda Unida (IU). Posteriormente se iniciaron los trámites para la aprobación del nuevo texto por el Congreso de los Diputados y para su refrendación por ley orgánica.

 

La bandera, al igual que el escudo coronado, recoge el doble origen de la comunidad: con cuatro cuadrículas, la superior izquierda y la inferior derecha son rojas con superposición de la figura de un torreón, mientras que en las otras dos, sobre fondo gris, destaca la figura de un león.

 

 

 

 

 

 

 

HISTORIA DE CASTILLA-LEÓN

 

En diferentes yacimientos diseminados a lo largo de su territorio se han encontrado restos arqueológicos y monumentos megalíticos de los originarios pobladores del paleolítico. Los primeros pueblos indoeuropeos que se asentaron lo hicieron hacia el año 1200 a.C., y posteriormente celtas y celtíberos intensificaron sus asentamientos. A estas culturas pertenecen las numerosas estatuas de animales de posible significado totémico, como los Toros de Guisando. Los romanos encontraron gran resistencia entre sus pobladores, quienes dificultaron durante mucho tiempo la explotación de sus ricas minas por los nuevos conquistadores. A fin de acabar con su oposición, se estableció en el año 68 la Legio VII Gemina, núcleo primigenio de la actual ciudad de León. La Ruta de la Plata, que conectaba Astorga y Mérida con los puertos mediterráneos, se convirtió en un eje de comunicaciones esencial del oeste de la península Ibérica. La romanización supuso la difusión del cristianismo, la cultura urbana y la arquitectura (acueducto de Segovia, arco del triunfo de Medinaceli y varias calzadas).

 

Segovia y Palencia fueron los principales núcleos del mundo visigodo, que consolidó el culto cristiano. A partir del siglo VIII se produjo la invasión musulmana, y la cuenca del Duero alcanzó un gran valor estratégico entre el reino de Asturias y los nuevos conquistadores que se asentaron en el centro y en el sur peninsular. La construcción de recintos amurallados, torres y castillos para hacer frente a los musulmanes en el inicio de la Reconquista fue el germen del condado de Castilla, término que aparece por primera vez como sustituto de Vardulia —uno de los pueblos vascones— hacia el año 800. Ocupaba el norte de Palencia y Burgos y el sur de Cantabria, y dependía de la monarquía astur. Progresivamente se extendió hacia el sur y consiguió la independencia de hecho, aunque no de derecho, con el conde Fernán González a finales del siglo X. Entre los siglos IX y XII todo el territorio de la actual comunidad fue intensamente repoblado con gentes dedicadas básicamente a actividades agropecuarias y que con el tiempo formaron la Mesta, base de una próspera industria lanera. Fernando I el Magno, hijo de Sancho III el Mayor de Navarra, fue el primer monarca de Castilla, que quedó anexionada temporalmente al reino de León. Alfonso VI agrandó el reino fijando la frontera en el Tajo e incorporando La Rioja y las tierras vascas occidentales. Fueron los años de las aventuras del Cid Campeador y de la creciente influencia de este territorio en el conjunto peninsular. Tras años de uniones y separaciones durante el mandato de Alfonso X el Sabio (siglo XIII) Castilla y León pasaron a compartir de manera definitiva unas mismas leyes. En 1492, los Reyes Católicos tomaron Granada, el último reducto musulmán en la península. Ese fue también el año del viaje de Colón a América y el inicio de la conquista del nuevo continente. El matrimonio de Isabel con Fernando, el heredero de la Corona de Aragón, resultaría decisivo para el futuro unificado de todos los reinos de la Península —excepto Portugal—. Su nieto Carlos I heredó un inmenso imperio europeo y americano, y su reinado y el de su hijo Felipe II fueron los años de mayor influencia de Castilla y los de la consolidación de la monarquía absoluta. En 1561, Felipe II trasladó la corte, y por tanto la capital de su reino, desde Valladolid a Madrid.

 

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