TERRITORIO Y RECURSOS
El territorio está formado por una alta y vasta altiplanicie, la submeseta Norte, recorrida por el río Duero y prácticamente rodeada
por montañas: la cordillera Cantábrica y el macizo Galaico-leonés al
norte y noroeste, el sistema Central al sur y el sistema Ibérico al
este. La región leonesa ocupa el borde noroccidental de la meseta
Central. El relieve característico y de mayor extensión de la
altiplanicie son los páramos, plataformas tabulares interfluviales
con una altitud entre los 850 y los 1.100 m, siendo los de
Castrojeriz, Cerrato y Torozos los más destacados. También abundan
las campiñas, que son amplias y fértiles llanuras, de las que la
Tierra de Campos es la más representativa. Al norte de León,
Palencia y Burgos se encuentra la vertiente meridional de la
cordillera Cantábrica, con altitudes superiores a los 2.000 metros.
En los
Picos de Europa se halla la principal elevación de la comunidad: Torre
Cerredo, de 2.648 metros. Las cimas más importantes del sistema montañoso
cantábrico son peña Ubiña, peña Vieja y peña Prieta. Los caudalosos ríos que
atraviesan esta cordillera han creado espectaculares desfiladeros, como los
del Cares y el Sella, o la zona de los Ancares leoneses.
Los montes de León forman parte del
macizo Galaico, donde sobresalen las sierras Segundera —con lagos de origen
glaciar, como el de Sanabria— y Cabrera; el Teleno (2.188 m) es su pico más
alto. Al oeste de la provincia de León se extiende la verde y frondosa
comarca de El Bierzo, en acusado contraste con el desnudo paisaje de La
Maragatería.
Al sistema Ibérico pertenecen los montes
de Oca, la sierra de la Demanda, los picos de Urbión, la sierra Cebollera y
la
sierra del Moncayo, que culmina a 2.316 m de altitud.
En el sistema Central se encuentran las
sierras Ministra y de Pela —en la provincia de Soria—, las vertientes
septentrionales de las sierras de Ayllón, Somosierra y Guadarrama, con el
pico de Peñalara, (2.430 m) —integradas en las provincias de Guadalajara,
Segovia y Ávila— y, en tierras de Ávila y Salamanca, la sierra de Gredos
—donde se alza el pico Almanzor (2.592 m) y en la que hay varios circos
glaciares—, la sierra de Francia y la sierra de Gata. Junto a las montañas
también destacan las fosas por las que discurren los ríos Tiétar y Alberche.
Al oeste, el río Duero y sus afluentes forman parte de la extensa frontera
con Portugal, con cortes fluviales, como los Arribes del Duero, y abruptos
desniveles que superan los 500 metros.
Hidrografía
El Duero, con 895 km de longitud, es el
río que domina la comunidad. Nace en los picos de Urbión
y desemboca en el océano Atlántico en la ciudad portuguesa de Oporto. Su
cuenca tiene 79.326 km2 y recoge las abundantes aguas de lluvia y
los aportes pluvio-nivales de las montañas que casi circundan la meseta, lo
que le convierte en el segundo río más caudaloso de la península, con 570 m3/seg.
El Esla y el Pisuerga son sus principales afluentes por la margen derecha,
mientras que por su izquierda destacan el Eresma-Adaja y el Tormes. Los
numerosos embalses —Saucelle, Villalcampo o Castro— resultan decisivos para
la actividad económica de la región. Otros cauces fluviales son los del
Cares y el Sella, que vierten sus aguas al Atlántico, el Tiétar y Alberche,
que son tributarios del Tajo y, por último, algunos afluentes del Ebro.
Clima
El clima mediterráneo queda alterado por
rasgos de tipo continental debido a la altitud de estas tierras y a las
montañas que dificultan la influencia marítima. Las temperaturas son
extremas, con fríos inviernos en los que la temperatura media es de 4º C, y
en los que se registran con cierta frecuencia valores mínimos en torno a los
-15 ºC. Las bajas temperaturas son habituales desde octubre hasta
abril-mayo. Los veranos son breves y suaves, con temperaturas cuyo promedio
se sitúa en los 21 ºC, y en los que lo más representativo es la acusada
oscilación térmica entre el día y la noche. Las precipitaciones son escasas,
aunque debido a la gran superficie de la comunidad existen diferencias entre
las zonas interiores de la meseta, que son más secas, y las montañas
periféricas, donde aumentan hasta alcanzar en algunos lugares los 1.900 mm,
como en los Ancares leoneses, cerca de Galicia.
Flora y fauna
La vegetación refleja la variedad
climática de la comunidad, la diversidad de su relieve y la acción
humana. Las encinas son los árboles más extendidos en todas las provincias.
Los enebros y las sabinas —en los páramos de Soria y Burgos— eran las
especies arbóreas dominantes, sustituidas actualmente, en gran parte, por
robles —Parque nacional Picos de Europa (León), Reserva nacional de Caza de
Riaño (León) y Reserva nacional de Caza de Fuentes Carrionas (Palencia)—,
alcornoques y encinas en las dehesas salmantinas, así como castaños, hayas y
sobre todo pinos silvestres —sierra de Guadarrama y sistema Ibérico— y pinos
piñoneros —Tierra de Pinares, en la campiña vallisoletana—. Los bosques han
visto progresivamente reducida su extensión y su empobrecimiento ha
provocado la aparición de las dehesas. Los matorrales —jaras, brezos y
escobonares— cubren una cuarta parte del territorio.
Las diferencias de relieve y vegetación
entre unas zonas y otras marcan la diversidad de la fauna. El zorro, el gato
montés y las ovejas abundan en la amplia llanura esteparia; el toro bravo de
lidia se encuentra en las dehesas salmantinas; los ciervos, corzos y
urogallos habitan en las montañas del norte; las sierras del noroeste son
los dominios del lobo; y, por último, la cordillera Central es el hábitat
del águila real y del buitre leonado, del que en las montañas segovianas
existe una de las más importantes colonias de Europa.
Recursos naturales
La riqueza minera leonesa de otras épocas
—hierro, estaño y tungsteno (volframio)— hoy en día está en regresión;
también atraviesan dificultades las explotaciones de hulla y antracita. Tan
sólo las extracciones de granito y pizarra siguen siendo rentables. La
región produce más del 20% de la energía eléctrica española gracias al
complejo hidroeléctrico situado en los Arribes del Duero.
DEMOGRAFÍA
Los índices de población de la comunidad
de Castilla y León siempre han estado por debajo de la
media nacional. A principios del siglo XX sus efectivos humanos
representaban el 12,4% del total de España, mientras que en la década de
1990 descendieron hasta un 6,7%. La densidad media actual es de 26 hab/km2
—la española es de 79 hab/km2—, aunque casi la mitad de sus
municipios tienen en torno a los 10 hab/km2. Los 2.860.000 de
personas registrados en 1950 marcaron el momento de mayor población; a
partir de esa fecha se inició un fuerte descenso demográfico. En 1975 había
2.540.000 habitantes, y desde entonces se mantienen los índices de
crecimiento en términos similares (en 2001 el número de habitantes era de
2.456.474). La principal razón de la pérdida demográfica ha sido la
emigración, que alcanzó su mayor intensidad en las décadas de 1960 y 1970.
Se calcula que este éxodo supuso la marcha de un millón de personas
—fundamentalmente campesinos— hacia las grandes ciudades del país y, en
menor medida, hacia el extranjero. Esta situación ha provocado un descenso
de la densidad de población en muchas áreas agrícolas y el envejecimiento
demográfico. El crecimiento vegetativo arroja unos índices muy bajos y en
muchas regiones no está asegurada la tasa de renovación generacional.
Existe una fuerte disparidad entre los
núcleos urbanos y los rurales. Son mayoritarios los municipios con menos de
100 habitantes, los que tienen entre 500 y 5.000 ven reducirse sus efectivos
humanos de forma progresiva, y son las capitales de provincia y las ciudades
industriales de Ponferrada, Miranda de Ebro y Aranda de Duero las que ven
incrementar su población, acogiendo a casi la mitad de los habitantes de la
comunidad.
División administrativa y principales villas y ciudades
Sin tradición regionalista,
los defensores del regionalismo castellano-leonés como alternativa a la
división provincial constituyen grupos muy minoritarios que cuentan con muy
escaso respaldo popular. Las provincias y sus respectivas capitales son los
ejes de la vida administrativa y política. Valladolid, la capital
autonómica, es la ciudad con mayor población, 316.580 habitantes, según
estimaciones para 2001. Le siguen a considerable distancia Salamanca
(156.368 habitantes), Burgos (166.187 habitantes), León (130.916
habitantes), Palencia (79.797 habitantes), Zamora (64.845 habitantes) y
Segovia (54.368 habitantes). El resto de capitales no superan los 50.000
habitantes.
MANIFESTACIONES CULTURALES Y ARTÍSTICAS
Las actividades culturales en las
diferentes capitales provinciales han aumentado desde la constitución de la
autonomía. En Valladolid se celebra anualmente la Semana Internacional de
Cine, al igual que la Muestra Internacional de Teatro, la Muestra de Danza y
diferentes actos ligados a la actividad de su universidad. Medina del Campo,
el castillo de la Mota, Simancas, Tordesillas y la Universidad de Salamanca
destacan por su variada oferta cultural y artística. El canto gregoriano de
los monjes del monasterio de Santo Domingo de Silos ha alcanzado fama
mundial. Las procesiones de Semana Santa, sobre todo las de Zamora,
Salamanca y Valladolid, sobresalen por el valor de las piezas de imaginería
que en ellas se muestran.
Arte
Del medio millar de castillos y
fortalezas que probablemente hubo en estas tierras, actualmente
pocos han sobrevivido al paso del tiempo. Gracias a la labor de conservación
y de transformación para uso público realizada en la segunda mitad del siglo
XX puede hablarse, entre otras, de una ruta de los castillos por tierras de
Valladolid, Ávila y Segovia. Entre los más famosos están el de Simancas, que
alberga el Archivo General de la Corona de Castilla; el antiguo palacio
mudéjar convertido en el Real Monasterio de Santa Clara, en Tordesillas; el
castillo de Torrelobatón; el castillo de la Mota, próximo a Medina del
Campo; el de Arévalo, también mudéjar; el de Peñafiel y el imponente
castillo de Coca, en la provincia de Segovia.
Los Toros de Guisando constituyen otra de
las muestras representativas de la historia de la comunidad; son cuatro
robustas esculturas prerromanas hechas de granito, toscamente talladas, ante
las que la nobleza castellana juró fidelidad a Isabel la Católica en 1468.
La arquitectura románica se refleja en
importantes monumentos religiosos, como la iglesia de San Martín de Frómista,
la basílica de San Isidoro de León, el claustro de Santo Domingo de Silos o
la iglesia de San Esteban de Gormaz. También de este estilo son las murallas
de la ciudad de Ávila, los monasterios de Santa María de la Huerta (Soria) y
el de las Huelgas Reales (Burgos). En la evolución hacia el gótico están las
catedrales de Zamora, la catedral vieja de Salamanca y la colegiata de Santa
María, en Toro.
Las catedral de León y
la catedral de Burgos empezaron a construirse en el siglo XIII de acuerdo
con las nuevas tendencias artísticas del gótico, al igual que las de Burgo
de Osma, Palencia, Astorga o Segovia. El gótico isabelino transformó el
aspecto de la ciudad de Valladolid, y buena muestra son el convento de San
Pablo o el colegio de San Gregorio, al igual que la Cartuja de Miraflores,
en Burgos, o el monasterio de Santo Tomás, en Ávila. Al gótico mudéjar
pertenecen el monasterio de Santa Clara, en Tordesillas; el de San Pedro de
las Dueñas y la Casa del Cordón, en Burgos, y la Casa de las Conchas, en
Salamanca.
En el renacimiento se construyeron la
fachada de la Universidad de Salamanca, el convento de San Marcos de León y
la catedral de Valladolid, junto a numerosas casas señoriales en los núcleos
urbanos de Ávila, Segovia, León o Ciudad Rodrigo.
Gastronomía
La gastronomía de la región
es muy variada. Los platos más conocidos son los asados de cordero y el
cochinillo, junto a la sopa de ajo y la sopa castellana. Pero también lo es
la carne de ternera de Ávila, el cerdo ibérico de Salamanca —jamón y
chorizo— y los embutidos de las zonas altas de León, elaborados con carne de
cerdo y de vaca. La caza ofrece abundantes platos: codornices estofadas,
perdices en escabeche, conejos, jabalíes y corzos. La mantequilla de Soria,
la olla podrida burgalesa, la chanfaina de Salamanca o el cocido maragato
son otras muestras de su cocina. Las legumbres constituyen un componente
importante en la alimentación de los pueblos de la comunidad. Los quesos —el
fresco de Burgos, el
zamorano o el de Valladolid— y los dulces —las
mantecadas de Astorga, las yemas de Santa
Teresa en Ávila, los empiñonados de Aranda del Duero y las almendras
garrapiñadas de Salamanca— son también destacadas manifestaciones de su arte
culinario.
Su vitalidad vinícola hace que sus caldos
salgan a los mercados nacionales e internacionales y compitan con los de
otras regiones de más tradición. Cuatro son las denominaciones de origen de
mayor calidad: el Vega Sicilia en la Ribera del Duero, los amontillados y
los vinos blancos de alta graduación de Rueda, los vinos rosados de Cigales
y los vinos de Toro.
Economía
La agricultura supone tan sólo el 10% del
producto interior bruto (PIB) de la comunidad, pero
representa el 15% de la producción final agraria española. La cebada, las
leguminosas, la remolacha azucarera (betabel) y las ovejas (borregos) son
los productos agropecuarios más importantes de un campo que practica cada
vez más los cultivos intensivos, causa y consecuencia del intenso éxodo
rural.
Los cereales son característicos de las
tierras de secano, en las que el barbecho está en retroceso. La cebada
se ha
convertido en el producto principal, desplazando al trigo a un segundo
lugar. La producción de girasol, patatas (papas), leguminosas y viñedo ha
quedado relegada a áreas muy concretas, en función de su calidad y prestigio
comercial.
Las tierras de regadío ocupan una
extensión muy inferior a las de secano, pero constituyen la gran alternativa
del paisaje agrario. Su continua expansión está relacionada con el
aprovechamiento de las aguas de los ríos al construirse una amplia red de
embalses y la perforación de pozos para que afloren las aguas subterráneas;
es el área de la remolacha azucarera, las plantas forrajeras, los cereales y
las patatas. En las proximidades de los núcleos urbanos las tierras de
regadío aumentan su productividad y se cultivan, además, hortalizas, maíz,
leguminosas y lúpulo.
La cabaña ovina tiene gran valor y sigue
practicándose, mayoritariamente, en régimen de trashumancia. La cría de
toros de lidia destaca en Salamanca. Han hecho su aparición grandes y
modernas granjas de vacuno que destinan su producción al abastecimiento de
las ciudades, aunque siguen perviviendo pequeñas explotaciones agrícolas o
ganaderas que tienen serias dificultades para sobrevivir.
La producción de energía
hidroeléctrica y termoeléctrica es una de las actividades más destacadas de
la comunidad, suministrando el 20% de la energía eléctrica española. En el
cauce del bajo Duero se ha construido un gran complejo a base de embalses y
centrales, como las de Almendra-Villarino, Aldeadávila, Saucelle o
Villalcampo, mientras que las centrales térmicas de Compostilla, Anllares,
La Robla y Velilla se localizan en las montañas de León y Palencia para
aprovechar los ricos yacimientos de hulla y antracita.
La producción industrial casi alcanza el
30% del PIB regional. Tradicionalmente estaba centrada en la producción
textil de Béjar, Medina del Campo y Palencia, en la industria azucarera de
León, Toro o Benavente, y en la del cuero de la provincia de Salamanca. Los
polos de desarrollo de Valladolid y de Burgos favorecieron la concentración
industrial; en ellos destacan la fabricación de automóviles, productos
químicos y agroalimentarios. También hay actividad fabril en León, Palencia,
Aranda del Duero y Miranda de Ebro.
El sector servicios, sobre todo el
turismo, representa, desde la década de 1960, más de la mitad de la riqueza
regional.
Comunicaciones y comercio
Los principales ejes viarios, tanto en el
tráfico de mercancías como de viajeros, son las radiales N-I, también
llamada carretera o autovía de Burgos, y N-VI, denominada carretera de La
Coruña o autovía del Noroeste, así como la N-620, que conecta Burgos con
Valladolid y Salamanca; estas carreteras unen las capitales de provincia,
como Burgos, León, Valladolid, Salamanca, con localidades tan importantes
como Medina del Campo, Aranda de Duero y Miranda de Ebro. Con escasos tramos
de autopista (entre Burgos y Miranda), el ferrocarril juega un destacado
papel al unir algunos de los principales núcleos urbanos.
GOBIERNO
La Asamblea Parlamentaria, constituida el
31 de octubre de 1977, emprendió la negociación para
la creación del Consejo General de Castilla y León, según Real Decreto de 30
de junio de 1978. Las dificultades de la preautonomía fueron muchas, pues se
planteó la segregación de las provincias de Santander, Logroño y León. De
ellas, sólo León decidió, en abril de 1980, incorporarse a la comunidad
autónoma. De acuerdo con el artículo 143 de la Constitución, el 25 de
febrero de 1983 se promulgó el Estatuto de Autonomía. Se plantearon recursos
de inconstitucionalidad contra la permanencia de Segovia y León que fueron
desestimados. La decisión de establecer la capitalidad en Valladolid también
fue fuente de conflictos, y sólo en diciembre de 1987 las Cortes regionales
aprobaron por unanimidad que esta ciudad fuera la sede de la Junta y del
legislativo, mientras que en la villa de Arlanzón —Burgos— se ubicaría el
Tribunal Superior de Justicia.
En abril de 1998, y tras un periodo de 14
meses de estudio y debate, las Cortes de Castilla y León aprobaron una
reforma del Estatuto de Autonomía con los votos favorables del Partido
Popular (PP), el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el de una
procuradora independiente, y con los votos en contra de la Unión del Pueblo
Leonés e Izquierda Unida (IU). Posteriormente se iniciaron los trámites para
la aprobación del nuevo texto por el Congreso de los Diputados y para su
refrendación por ley orgánica.
La bandera, al igual que el escudo
coronado, recoge el doble origen de la comunidad: con cuatro cuadrículas, la
superior izquierda y la inferior derecha son rojas con superposición de la
figura de un torreón, mientras que en las otras dos, sobre fondo gris,
destaca la figura de un león.
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