ALTA EDAD MEDIA. SAN MILLÁN DE
REVENGA
Del libro "Canicosa de la Sierra,
una villa milenaria" de Ernesto Cuesta
Capítulo II
Fue poblado, monasterio
dedicado a san Millán.
Hoy le decimos Revenga,
Canicosa, Regumiel y Quintanar.
Torre defensiva tuvo:
el castillo de Bustar.
Vigía del alto Duero,
la sierra en alerta está.
1. Antecedentes históricos de
Revenga
Revenga fue uno de los núcleos que presentó datos importantes para el
estudio de nuestro entorno, no tanto en las fuentes escritas, sino, y
tan importante, en las arqueológicas.
Dentro de la imaginaria línea del tiempo voy a hacer una división para
el estudio de nuestro ámbito; partiré de la época romana; excluyo, por
tanto, para futuros estudiosos, los pueblos indígenas anteriores a la
presencia romana en nuestra tierra, el apasionante mundo de los
pelendones y arévacos. Señalar únicamente los castros que tienen una
clara fase celtibérica en la provincia de Burgos en este sector de la
sierra: Peñalara (Lara de los Infantes), El Castro I (Castrovido) y La
Cabeza (Huerta de Abajo); y otros más próximos en nuestra área: La Muela
I (Castrillo de la Reina), La Hoya de las Culebras (Palacios de la
Sierra) y La Cerca (Revenga), en los cuales no hay materiales claramente
celtibéricos, pero Julio Escalona Monje1 sostiene que
La Cerca responde al tipo de castro de la segunda edad del Hierro y
afirma: “El caso del castro de la Cerca es interesante por su posición
marginal, muy alejado, incluso, de sus vecinos inmediatos”.
Otro autor, Ernesto Pastor Díaz de Garayo2, dice en la
relación de yacimientos de época romana con presencia arqueológica, que
es en el surgimiento de cinco nuevos núcleos en el siglo IV, Araúzo de
Miel y Barbadillo de Mercado como unidades principales y Mambrillas de
Lara, Quintanillas de las Viñas (Las Coronillas), Palacios de la Sierra
(Los Paredones), como núcleos menos importantes, cuando se confirma la
presencia de pobladores en época romana en la Sierra. No confirma
arqueológicamente algún otro asentamiento romano en esta parte de la
sierra hasta llegar a la localidad soriana de Vinuesa.
Todos los indicios apuntan, ya en la Edad Media, concretamente en el
siglo X, a que se trataba de un espacio periférico en términos de
dominio efectivo al poder del Alfoz de Lara, y que se mostró contrario a
su integración, debido a una teórica o efectiva autonomía gracias a su
aislamiento montañoso.
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Probables
restos de la muralla del primitivo castro de Revenga. Autor:
José Cuesta “Chepe” |
2. Fuentes arqueológicas
El área geográfica, que delimita de forma precisa la mayor concentración
de sepulturas excavadas en roca de toda la región, es la franja
territorial que está situada entre Salas de los Infantes y la localidad
Soriana de Duruelo; en apenas cuarenta kilómetros es donde se concentran
dichas construcciones. El curso del río Arlanza es el elemento que mejor
define el valle que, en dirección noroeste-sureste, pone en comunicación
la cuenca alta de este río con la del nacimiento del Duero. De tal modo
que el territorio a analizar corresponde básicamente con la cuenca alta
del Arlanza y sus afluentes. Las aldeas del Arlanza están emplazadas por
encima de los 1.000 metros de altitud, sin superar los 1.200 m. que
parece marcar el asentamiento estable en este territorio.
Fue el profesor Alberto del Castillo el que primero inició las
actuaciones arqueológicas en el Alto Arlanza, primero en las necrópolis
de Duruelo (1966-67) y sucesivamente en las de Revenga (1967-70),
Cuyacabras y Cueva Andrés (Quintanar de la Sierra, 1968-1970) y Palacios
de la Sierra (1968-1975). La cronología de las tumbas en roca es el tema
más controvertido, entre otras cosas, por la ausencia de restos humanos
y otros materiales en los centenares de tumbas que el citado profesor
estudió y que habían sido saqueadas desde antiguo. Solo encontró algún
resto de cerámica y alguna teja. No obstante, en estudios recientes,
José I. Padilla Lapuente y Karen Álvaro3 han revisado
la propuesta de la cronología que avanzó el profesor del Castillo. Éste
la situaba en los siglos IX y X y ellos dicen que la supuesta ruptura
que algunos creían ver en el siglo VIII (invasión árabe) ha perdido peso
frente al convencimiento general de que sí existió una continuidad de
las antiguas formas de enterramiento con tumbas escavadas en roca, de
forma que se acepta con cierta unanimidad que las tumbas en roca habrían
alcanzado su apogeo entre los siglos VIII y X sin descartar que en el
enclave de Prados de Bañuelos (Palacios de la Sierra) hubiera habido un
poblado más antiguo y que este enterramiento correspondiese plenamente a
época visigoda, por la similitud que ofrece con las tumbas aisladas y
aldeas del Sistema Central que se datan con seguridad en el siglo VII.
Con las naturales reservas, ya que no hay estudios definitivos sobre el
poblamiento altomedieval del alto Arlanza, se establecen tres
categorías:
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Tumbas de
Bañuelos (Palacios de la Sierra). Autor: José Cuesta Chepe.
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a) Grandes necrópolis:
Cuentan con un número de sepulturas
superior al centenar, dispuestas en torno a un centro de culto o iglesia
que ocupan una posición dominante sobre las tumbas y que tienen una
orientación que no deja lugar a dudas sobre su papel organizador en la
estructura comunitaria. Este grupo representaría un poblamiento estable
de cierta entidad, una aldea. Los yacimientos de Cuyacabras, Revenga,
Regumiel y Duruelo son núcleos que pertenecen a esta categoría. En esta
relación podríamos encuadrar a otros asentamientos coetáneos como
Quintanar, Vilviestre, Palacios aunque no dispongamos de pruebas tan
claras. En el caso de Canicosa me remito al capítulo siguiente. Una red
aldeana que consiguió asentarse en el tiempo, con alguna excepción, como
Revenga y Cuyacabras, la probable villa medieval de Villaomer o villa
Godomar, que acabaron por despoblarse.
b) Pequeñas necrópolis:
Cuentan con un número algo mayor de
diez tumbas y generalmente tienen también un centro de culto; estos
núcleos parecen representar concentraciones de grupos poco más que
unifamiliares, previos a la formación de las aldeas: En este grupo
podríamos englobar conjuntos como el despoblado de Saelices o El Villar
en Castrillo de la Reina y el despoblado de la Nava en el término
municipal de Palacios de la Sierra.
c) Núcleos especiales:
En este apartado encuadramos a otras
manifestaciones que son algo singulares. Un grupo que reúne un número
inferior a diez enterramientos, que pueden estar en relación o no con
elementos religiosos. Estaríamos pues, ante conjuntos eremíticos de
mayor o menor importancia, el complejo de la Cerca en Revenga o
asentamientos casi mínimos de carácter unifamiliar: La Covacha de las
Monjas en Castrillo de la Reina, los despoblados de Hornillos y Prados
de Bañuelos en Palacios, San Martín y el eremitorio de Cueva Andrés en
Quintanar. En resumen el poblamiento altomedieval se establece en torno
a una red de aldeas entre las que se intercalan otras formas menores.
Pequeñas aldeas, estables, que están a escasa distancia unas de otras y
que forman una red de relativa densidad de población en las que la
iglesia y la necrópolis las parecen dotar de coherencia social y
estabilidad. Que todo el sector parece relacionado con La Rioja4 que
algunos autores remontan a épocas protohistóricas con las rutas de la
trashumancia de corta distancia a lo largo de los ríos de la cadena
montañosa, que facilitó el proceso de asentamiento de la población.
Dentro de este contexto destaca el eremitorio de san Millán de Revenga
(La Cerca). Este viejo castro no conoció la romanización, pero debió de
seguir ejerciendo un dominio en época medieval en el entorno junto con
su poblado.
3. El eremitorio de la Cerca. Vida
de San Millán (473-574)
¿Por qué la vida de este santo? Entre otros motivos porque el eremitorio
de la Cerca era probablemente el de San Millán de Revenga en palabras
del profesor Escalona Monje. En principio, un centro de culto más, de
los innumerables lugares que a lo largo de la geografía castellana,
sobre todo burgalesa, estaban dedicados al gran taumaturgo riojano, como
iglesias, oratorios y monasterios; santo que deberíamos conocer en el
contexto del monacato y que nos va a arrojar algo de luz sobre Revenga y
la Cerca.
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Testimonios de
la devoción a San Millán en la provincia de Burgos. Autor:
Manuel Chinchetru Pérez. |
La Vita Sancti Aemiliani, la biografía de san Millán, la escribe el
obispo de Zaragoza, san Braulio; se había asegurado que su canonización
oficial la hizo Sancho III el Mayor de Navarra con el levantamiento de
las reliquias en 1030; pero no se tuvo en cuenta que ya estaba presente
en la liturgia visigótica, en cuyo santoral o calendario entró el santo
mucho antes de la mano del obispo. Propone a san Millán como ejemplo de
vida y como intercesor. Eso era la canonización cuando había menos
formalidades jurídicas que reservaran esta acción al Papa. La piedad
popular, la recomendación de la jerarquía y la entrada en la liturgia,
eran, entonces, las señas de santificación. Añadamos otra consideración:
si repasamos el calendario de la liturgia visigótica tal como nos lo ha
trasmitido el códice de los concilios de Albelda y de San Millán, nos
dice el autor de una biografía moderna del santo, Juan. B Olarte5,
encontraremos, además de efemérides dedicadas a la iglesia universal,
otras propias de la Iglesia de España. Por lo tanto el primer santo que
ha entrado en este calendario gótico o hispano es, sin duda, san Millán.
Pero, ¿quién es san Millán? Diré brevemente que un eremita, un monje y
también un sacerdote. La vida de un monje estaba basada en lo que se
llamó “fuga mundi”, pero también desempeñó labores en la iglesia,
ejerciendo temporalmente de cura.
En el año 633 se reúne el cuarto concilio de Toledo, que es el primero
al que asiste el arzobispo Braulio y el último de san Isidoro de
Sevilla. Para entonces España ya es oficialmente católica, y ahora de lo
que se trata es de plasmar la liturgia. La mayoría de los cánones de
este concilio apuntan en este sentido. El enfoque va a ser, pues,
litúrgico y hagiográfico, lo que convierte al libro de Braulio en un
documento de canonización de San Millán, que estaría destinado para que
sea leído en la misa y demás actos litúrgicos, en lugar de lo que hoy
llamamos homilía; entonces era normal dar a los sacerdotes por escrito
lo que debían predicar. Es el concilio que se ocupa primordialmente de
la renovación y unificación litúrgicas y dentro de este programa estaba
la aceptación de los himnos no eucarísticos en el rezo, temas que están
presentes constantemente en la Vita Aemiliani (Vida de san Millán); por
lo tanto, es aproximadamente a mediados del siglo VII cuando se constata
la iniciativa de introducción de un nuevo santo en el calendario
litúrgico; la fama y santidad de Millán crecen. Hay evidencias de un
culto anterior a la redacción del arzobispo Braulio por el hecho de que
habían enterrado las reliquias del santo dentro de la iglesia, cosa que
los cánones reservaban exclusivamente a los mártires. Pero, ¿cuándo
llegó la santidad de Millán al rincón de Revenga, además de a una gran
parte de la geografía castellana? Evidentemente según lo relatado, debió
ser a partir de su canonización, finales del siglo VII y siglo VIII.
El santo trasciende las fronteras de su santuario, de su valle
(monasterios de Suso y Yuso) y al consagrarle una basílica era como
tener la certeza de que estaba compartiendo la dimensión religiosa,
política y cultural de ese pueblo. Es lo que ocurre en los santuarios de
los patronos: san Millán o Santiago. Así hay que entender la guerra
divinal, asociación sorprendente, pero en la época que tratamos era una
realidad, y como es guerra y es divina con toda la naturalidad del mundo
intervienen soldados y santos.
Es el romancero popular, el que en los prolegómenos de la batalla de
Simancas, año de 939, en que la España cristiana se libera del
humillante tributo de las cien doncellas, nos relata como el rey leonés
se encomienda a la protección de Santiago, a la par que a san Millán.
Y el conde Fernán
González,
también el rey don García
respondieron: otro santo
muy devoto a maravilla
hay que yace en nuestra tierra,
que san Millán se decía.
Al cual damos nuestro estado
porque él nos ampararía…
Y en eso visiblemente
dos caballeros venían
en unos caballos blancos,
hermosos en demasía,
e junto con los cristianos
a los moros perseguía…
(Romancero popular anónimo) |
En este contexto apareció el eremitorio de San Millán en La Cerca,
construido sobre un promontorio de rocas areniscas desde donde se puede
tener una visión casi completa del valle del Arlanza. En su lado
sureste, esta plataforma rocosa, está cortada por un desnivel superior a
cinco metros. Es en este recodo del precipicio y al amparo de los
vientos del norte donde el visitante puede contemplar uno de los más
interesantes monasterios rupestres alto medieval que existen en España,
aunque es una lástima el abandono general que está sufriendo y que
pudiera acarrear un deterioro casi irreversible. Un lugar de leyenda
como la que se relata en un libro sobre la historia de Soria6
en la que se cuenta que en la sede de Osma se puso por obispo a don
Silo, monje que vivía retirado en los montes de Arlanza (911).
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Restos del
sepulcro en el interior de la iglesia rupestre. La Cerca.
Autor Chepe. |
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Cruz mozárabe
en el mismo recinto de Revenga. |
Por ser suficientemente conocido y
estar profusamente descrito seré breve; pues la visita in situ es la
mejor manera de conocerlo. Recibe el nombre actual porque estuvo rodeado
de un robusto cercado de piedra de más de un metro de espesor y que al
día de hoy se ha sustituido por una cerca de alambre. Su ubicación
exacta está a un kilómetro escaso al nordeste de la ermita y necrópolis
alto medieval de Revenga.
Partiendo del vértice sur aparece en primer lugar, a la derecha de una
covacha, una hornacina antropomorfa. Parece ser que representa un
trapecio en cuyo lado superior se ha añadido un alojamiento cuadrangular
de 0,15 m. de lado, posiblemente el acomodo de una imagen. En el hábitat
principal, al lado norte, aparece una cueva, con una acanaladura incisa
que coincide con varias hornacinas; a la izquierda de la cueva mayor
existía hasta hace pocos años la llamada ”iglesia de los moros”
7, que tenía una bóveda labrada en la misma piedra y una
longitud de 10 metros. Fue totalmente destruida por los canteros. A la
derecha podemos ver excavado en un saliente rocoso, un nuevo sepulcro
antropomorfo, el único que aparece en el interior de las cuevas. Este
hecho singular llama mucho la atención, pues expresamente estaba
prohibido por leyes antiquísimas el enterramiento dentro de cualquier
recinto habitado, tampoco en monasterios ni en iglesias. También el
cuerpo de san Millán de la Cogolla se entierra dentro del oratorio, y es
por otra parte, el único sepulcro colocado dentro de la iglesia de Suso
en el monasterio de San Millán. Sobre el sepulcro podemos contemplar una
obra arquitectónica-decorativa tan singular que no tiene parangón alguno
con eremitorios, iglesias rupestres o monasterios conocidos; se trata de
una bóveda circular labrada en la roca, de 1,25 metros de diámetro y
cuya superficie interior está decorada por una serie de figuras
geométricas tipo cazoletas de gran tamaño, la mayor de ellas de un
metro, y al lado de la cual hay otras cuatro más. Junto a la bóveda hay
un arco de herradura que se encuentra a la derecha, labrado, al igual
que las otras figuras en el interior de la bóveda, con una profundidad
de incisión bastante amplia. Entre la bóveda descrita y el sepulcro
antes mencionado se puede contemplar una gran cruz en relieve tallada en
la roca, de brazos casi iguales y ensanchados un poco en sus extremos.
Muy cerca localizamos tres tumbas de niños, por lo que durante algún
tiempo pudo ser un monasterio familiar. De influencia artística mozárabe
claramente, como se deduce de los arcos o de las cruces patadas. En la
meseta superior del conjunto destaca una gran oquedad, en forma de
piscina, tallada en la roca que sirvió para recogida de agua de lluvia.
4. La necrópolis de Revenga y el ritual funerario.
Al iniciar el estudio de esta necrópolis, ciudad de los muertos, voy a
seguir las pautas que nos dio el profesor del Castillo, según el cual
los excavadores clandestinos destruyeron ya lo que quedaba de los muros
N y E de la iglesia. Esta consta de planta rectangular con ábside
rupestre (2,42x 2,16) con un encaje para el altar en el centro del lado
este. La nave mide 7,65x 5,52. El muro es de 0,60-0,70 m. A partir del
ábside hay un encaje para una mampara adornada con imágenes que estaría
colocada delante del altar y se cerraba para ocultar al sacerdote
durante la consagración. En el extremo oeste hay un rebaje circular que
el profesor identificó como lugar para la celebración del bautismo y que
posteriormente se identifica con ritos de preparación de cadáveres en
los ritos funerarios antes de la inhumación o enterramiento. En los
lados S y W hay una hilera de agujeros para colocar los postes de lo que
fue el atrio. El interior de la iglesia estaba lleno de tierra, piedras,
sillares en desorden y fragmentos de tejas decoradas de meandros.
 |
Tumbas de la
necrópolis altomedieval de Revenga Autor Chepe
|
La necrópolis propiamente dicha consta de al menos 133 sepulturas,
aunque era más extensa y sufrió el expolio, como cantera, en el
suroeste. Las tumbas se inician en el promontorio de la iglesia y luego
se van extendiendo por los alrededores. Dichas sepulturas corresponden a
varias categorías: las que tienen forma de tipo bañera y las que tienen
forma antropomorfa, bien con cabecera en forma de herradura, bien en
forma redondeada.
Destacar como hay una preferencia por colocar las sepulturas lo más
próximo al santuario de la iglesia. La extensión del recinto de la
necrópolis se ha realizado a partir de la iglesia en bandas concéntricas
que se van alejando del santuario, lo que, en general, proximidad o
lejanía de los enterramientos, nos indicaría su mayor o menor
antigüedad. Otra costumbre, que aquí podemos constatar, consiste en
agrupar los enterramientos infantiles alrededor de la iglesia. Dicha
tendencia obligó a recuperar los espacios libres entre las sepulturas
más antiguas cercanas a la iglesia. Por otra parte, para el estudio de
las agrupaciones de tumbas, se puede afirmar, de modo general, la
coexistencia temporal de las sepulturas antropomorfas y del tipo bañera,
aunque el núcleo primitivo de la necrópolis estaría compuesto por las
sepulturas de este tipo.
La tradición cristiana había impuesto desde antiguo que se llevase a
cabo en lugares próximos a las iglesias el ritual funerario8
para los que morían en su seno. La vida era el cambio hacia un mundo
misterioso. La revelación cristiana era explícita respecto al paraíso y
al infierno, pero no definía muy claramente el tiempo intermedio que va
desde la muerte individual y la anunciada resurrección colectiva.
Algunos autores interpretaron en las enseñanzas de la doctrina de la fe
que el destino del alma individual era un tránsito en el que aquella
habría de sufrir peligros y tribulaciones en su camino hacia el paraíso,
se pensaba que había una disociación entre el alma y el cuerpo, aunque
sólo aparente, pues mientras aquella viajaba al más allá, el cuerpo
mantenía algún tipo de vinculación con ella, a pesar de la degradación
de los restos mortales, en espera de que volviese para la resurrección
colectiva del día del juicio final. Por tanto, la creencia era que los
muertos hubieran de adoptar una actitud de descanso en espera del
juicio. Esta doctrina ya venía de la tradición bíblica y se culmina con
las enseñanzas del Apocalipsis de san Juan. En nuestro ámbito estas
enseñanzas se plasmaron en el IV Concilio de Toledo (año 633), con la
aceptación del libro del Apocalipsis, y en la obligación de hacerlo
público en los oficios en el tiempo litúrgico que va de Pascua a
Pentecostés. Esta medida que probablemente se dictó para hacer frente a
las doctrinas del arrianismo hispano, ayudó a la difusión de los textos
del Apocalipsis y a su realización entre los fieles. En este contexto se
inscriben los Comentarios al Apocalipsis del Beato de Liébana, obra de
finales del s. VIII que tuvo una notable repercusión tanto en su tiempo
como en siglos posteriores; trataba de temas referentes al enigmático
texto del Apocalipsis y se utilizó como preparación para que los
sacerdotes elaborasen sus predicaciones. Beato compartió la creencia
común en que el fin del mundo estaba ya muy cercano, pues anuncia el
final de la sexta edad en el año 838 de la era hispana, es decir, en el
año 800 después de Cristo. El Beato de Liébana dedicó sus comentarios
del Apocalipsis al obispo de Osma, Eterio, quién fue al menos
temporalmente su compañero en el monacato. En aquel contexto se
plasmaron las prácticas funerarias y la forma de inhumación tan
característica. La limpieza y el aseo del difunto se mantuvieron; los
ritos funerarios eclesiásticos continuaron en parte las manifestaciones
de antiguas prácticas funerarias anteriores a la cristianización. El
cadáver, envuelto en una mortaja, se fajaba de pies a cabeza, quedando
así preparado para los oficios y su enterramiento. La sepultura excavada
en la roca constituía la morada permanente donde el cuerpo descansaba en
espera de la resurrección. De este modo la roca garantizaba la
perduración de los restos mortales. También la disposición del
enterramiento tenía su significación: las tumbas se orientan con la
cabecera en dirección a poniente; el difunto, enterrado en una posición
de cúbito supino, reposaba en dirección al este en espera de la
resurrección, ya que la llamada se realizará por levante al son de la
trompeta que anunciará el día del juicio final.
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Ilustración
moderna del modo de hacer las tumbas.
Autor
Francesc Riart, ilustración en Yacimiento arqueológico de
Cuyacabras. |
En otro apartado, los trabajos realizados señalan, no con excesiva
contundencia, la presencia de un poblado próximo, por el norte de la
necrópolis en palabras del profesor del Castillo, “diseminados por
esta llanada se ven conjuntos de piedras o cantos, algunos trabajados,
que parecen corresponder a viviendas…distanciados unos de otros…se
trataría de casa o chozas sueltas, aisladas, sin formar agrupación
urbana de ningún género. Sería en régimen de caserío. Hasta ahora solo
hemos hecho una prospección. Su resultado ha sido poco esperanzador, ya
que hallándose las piedras encima de la roca y sin ligazón alguna –
debía ser de barro- las paredes se han derrumbado sin dejar huella de la
planta. Deberían ser chozas más que casa propiamente dichas”
9.
5. Revenga en los escritos históricos.
Es preciso situar el contexto político de la época entre los reinos
musulmán y cristiano para comprender mejor el documento que sobre
Revenga tenemos. El caudillo árabe Almanzor realizó su última campaña en
el verano de 1002. La razzia estuvo dirigida contra el territorio de la
Rioja, avanzando hasta Canales y saqueando el monasterio de San Millán
de la Cogolla10. Se relaciona,
así mismo, esta última aceifa de Almanzor con la destrucción del
monasterio de Revenga. Según las fuentes musulmanas Dikr bilad
al-Andalus que estudia Gonzalo Martínez Díez11,
Almanzor partió de Córdoba, estando ya enfermo, el 21 de mayo de 1002.
Esta fue la última y quincuagésima sexta razzia, y en la que murió.
Con palabras menos piadosas, pero también de alivio, lo despide el autor
anónimo del Chronicon Burgense :“Era MXL, mortus est Almanzor, et
sepultus est in inferno” 12.
Almanzor regresó al mismo escenario de los montes de Cervera, donde el
año 1000, había estado a punto de sucumbir, con ánimo de revancha y al
mismo tiempo para mostrar su poderío e infligir un duro castigo a García
Sánchez II de Pamplona y al conde castellano Sancho García, el nieto de
Fernán González, los cuales tras cinco años de acuerdos de paz, le
habían declarado la guerra.
El avance por tierras cristianas puede explicar la destrucción de
Revenga, pues se hacían continuas algaradas en cortas jornadas para dar
tiempo a la hueste al saqueo, al botín y a la destrucción de las
cosechas. La fuente nos indica que Almanzor murió en la frontera y fue
enterrado en Medinaceli. Han sido las fuentes musulmanas las que nos han
proporcionado los datos de la última campaña del caudillo musulmán; en
los anales y crónicas cristianas apenas hay información. De los anales,
únicamente dos menciones a Almanzor: en uno, anales compostelanos, para
limitarse a consignar su muerte en 1002, y el otro para añadir la
noticia de que fue sepultado en los infiernos, a lo que ya había aludido
anteriormente. Fue en esta campaña donde surgió el mito, fruto de una
última algarada de las tropas cristianas, que sin ser una batalla
trascendente, sí, que por ser la última, antes de la muerte del caudillo
musulmán, surgió el dicho de la batalla de Calatañazor "donde
Almanzor perdió el tambor".
En este contexto aparece un documento trascendente, al que aludíamos
antes, del año 1008, por el que el conde Sancho García13,
nieto de Fernán González, donó a un abad, llamado Martín, y a sus
compañeros, en el texto dice compañeros y hermanos, el monasterio
arruinado de San Millán de Revenga, con el castillo de Bustar. La
referencia a Revenga es clara:
“Ego, igitur comite Sancii, tocius castelle regente, (…) concedo e
confirmo a tibi abbate domno Martino presbítero et sociis tuis frartibus
unum monasterium desertum in villa nominata Revenga, reliquis ferente
Sancti Emiliani vocato, cum terris, vineis, defensis et terminis, cum
omni pertinentio ac libero, cum castello Bustare…”
14
La donación incluye varias iglesias en
la Tierra de Pinares, especialmente en el sector de Hontoria del Pinar:
concretamente la iglesia de San Andrés, junto a Ríolobos, la de Santa
Eulalia de Tormiellos y la de Santa María de Hontoria. No olvidemos que
cada monasterio tenía asociado un terreno delimitado que en este caso no
parece pequeño.
El documento nos habla del abad Martín, ¿qué significa esta figura en el
contexto político, social y económico como protagonista en esta zona
entre el Arlanza y el Duero? Es a partir de mediados del siglo X, cuando
la documentación califica personas; uno de los calificativos que le
acompaña es el de domno, igual que dominus (señor). Cabe primeramente
decir que es uno de los nombres, según Ernesto Pastor Díaz de Garayo,
que más abunda en la documentación, casi exclusiva en los territorios
del sur de la Castilla condal, y que designaba a los funcionarios que se
encontraban al frente de un distrito o de una pequeña población pero
también acompaña a los distintos cargos eclesiásticos –obispos, abades,
clérigos— y en ambos casos tiene el mismo significado. Referente a la
otra palabra con que se designa al abad Martín, presbítero, nos dice que
su actividad fundamental, sin desdeñar las actividades agrícolas, era el
control y gestión de amplias zonas con una mira casi exclusivamente
ganadera. Realidad que se encuentra en concordancia con la imagen por
los registros documentales de los monasterios, como importantes
propietarios de cabezas de ganado.
Años más tarde, los Lara, quizás el linaje más influyente de Castilla,
tenían entre sus posesiones la villa de Revenga ya a finales del siglo
XI (1095); y además de Revenga, poseían “ecclesia deserta vocata
Sancti Emiliani (Millán) de Viliella” 15.
Actualmente estas tumbas antropomorfas que están entre Duruelo y
Covaleda en las márgenes del Duero se conocen con el nombre de Pozo de
san Millán. Otra vez el nombre de Millán en estas tierras, monasterio
que fue cedido en 1095 por Gonzalo Núñez de Lara al monasterio de San
Millán de la Cogolla.
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Castillos y
fortalezas en los ríos Esgueva, Arlanza y Duero en el siglo
X.
Autor Ernesto
Pastor Díaz de Garayo, en Castilla en el tránsito de la
Antigüedad al Feudalismo. |
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Relación de
estas fortalezas y castillos con y sin circunscripciones
territoriales. Ernesto Pastor.
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La siguiente cita documental de Revenga es con motivo de la permuta de
varias heredades entre el rey Alfonso VIII y el abad de San Pedro de
Arlanza en 1213; Revenga estaba poblada aún. Unos años más tarde, en la
siguiente cita documental, la bula pancarta de Honorio III, en 1217,
confirmándole sus posesiones ya no consta Revenga, y sí las demás
villas. ¿Estaría ya despoblada?
En este sentido debe tenerse en cuenta la vulnerabilidad de esta zona
cuando las plazas de Osma, San Esteban de Gormaz y Clunia fueron tomadas
por los árabes en las campañas contra la cuenca alta del Duero o las
razias de Almanzor devastando Castilla, que obligaron a retrotraer la
defensa fronteriza de los cristianos a la fortaleza de Carazo. De este
modo, sí entendemos la destrucción del monasterio de San Millán de
Revenga, pues éste estaba próximo al castillo de Bustar, según Escalona
Monje, fortaleza activa en el siglo X.
Pero la función que desempeñaba el monasterio se sustenta16
en las propias condiciones geográficas de la tierra de Pinares, que
sugieren una vocación ganadera, cuyos recursos más importantes derivaban
del pastoreo, del aprovechamiento de los bosques y de la cría de ganado.
En este contexto es donde desarrolló su función el monasterio de San
Millán, ubicado en la villa de Revenga. Sugiere que pudo ser un centro
de aprovisionamiento ganadero (caballos), donde los rebaños estaban
protegidos en las campañas estivales, pero relativamente próximo a
centros como las fortalezas de Clunia, Osma o San Esteban de Gormaz,
fortalezas defensivas y que eran la base de las expediciones o algaradas
cristianas.
6. Revenga hoy
Las tres villas son copropietarias. Vecinos de Canicosa tuvieron
derechos de hierba y pastos, no de propiedad, en el término llamado los
prados de San Millán en Revenga, según el Catastro de la Ensenada y
otros documentos previos hasta la primera parte del siglo XX. Los tres
concejos acordaran celebrar la fiesta del comunero bajo la advocación de
Nuestra Señora de Revenga en el siglo XVIII; no con mucho arraigo según
normas del archivo de Canicosa en un principio. La ermita es una
edificación de este siglo, con una nueva reestructuración en el primer
cuarto del s. XX. Junto a la ermita se levanta la casa concejo y la
correspondiente hospedería, utilizada por la junta de santeros, que en
representación de los tres municipios administraban sus bienes.
Actualmente es el último sábado del mes de mayo cuando tiene lugar La
romería de Revenga, una de las más populares de la comarca de Pinares.
Cada año organiza la fiesta uno de los propietarios del comunero; desde
siglos viene repitiéndose la ceremonia, con interés simbólico evidente,
tras los pleitos que veremos entre los tres concejos, que denota la
lucha encarnizada que hubo en este solar del comunero, del encuentro de
las autoridades acompañadas por el saludo de cruces y pendones. Siempre
me sorprendió tanta reverencia a campo abierto. Hoy parece que hay
nuevas iniciativas entre los tres concejos para Revenga. Redactando
estas líneas, me confirma Ramiro Ibáñez, actual alcalde de Canicosa, que
Revenga ha sido declarado Bien de Interés Cultural, una buena noticia
para todos los serranos, un primer paso para salvaguardar Revenga del
olvido y el abandono.
Ernesto Cuesta Cuesta
1 ESCALONA MONJE, Julio. Transformaciones
Sociales y Organización del espacio en el Alfoz de Lara. C.S.I.C.
Madrid, pág.172.
2 PASTOR DÍAZ DE GARAYO, Ernesto. Castilla en el tránsito de la
antigüedad al feudalismo. oblamiento, poder político y estructura
social, del Arlanza al Duero (Siglos VII - XI). Junta de Castilla y
León. Valladolid, 1996, pág. 35.
3 PADILLA LAPUENTE, José. I Y ÁLVARO RUEDA, Karen. “Necrópolis rupestres
y el poblamiento altomedieval en el alto Arlanza”. En la España
medieval, 2010, vol. 33, págs. 259-294.
4 Padilla Lapuente, José Ignacio. Ob. cit.
5 OLARTE, Juan. B. La
Vida de san Millán o España en ciernes EDILESA. Camino Cuesta Luzar,
s/n. León. 1998.
6 RABAL DÍEZ, Nicolás.
Soria. Sus monumentos y artes, su naturaleza e historia. Barcelona,
1889.
7 GIL ABAD, Pedro. Un
pueblo burgalés de la comarca de Pinares, pág. 98.
8 PADILLA LAPUENTE, José
Ignacio. Yacimiento arqueológico de Cuyacabras. Publicaciones de la
Universidad de Barcelona, 2003, pág. 21.
9 CASTILLO YURRITA,
Alberto del: Excavaciones altomedievales en las provincias de Soria,
Logroño y Burgos. Madrid, 1972.
10 LEVI-PROVENZAL E.
España musulmana, tomo IV, pág. 427.
11 MARTÍNEZ DÍEZ, Gonzalo. EL condado de Castilla (711- 1038). Junta de
Castilla y León. Valladolid, 2005, pág. 577.
12 Esto es: “El año 1002 murió Almanzor y fue sepultado en los
infiernos”.
13 CARTULARIO DE SAN MILLÁN DE LA COGOLLA, BG, AÑO 1008 FOL. 171v;
14 Traducido: “Yo, así
pues, el conde Sancho, gobernando toda Castilla… te concedo a ti abad,
señor y presbítero y a tus hermanos socios, el monasterio desierto en la
villa de Revenga, llamado san Millán, con tierras, viñas, torre
(defensa), términos y pertenencias, con el castillo de Bustar…”
15 LEDESMA RUBIO, Mª. L, Cartulario de San Millán de la Cogolla (1076-
1200). Valencia, 1989, docs. 190 y 254.
16 DÍEZ HERRERA, Carmen.
“Sociedad de frontera y monasterios familiares en la meseta del Duero en
el siglo X”, en GARCÍA DE CORTÁZAR, José Ángel, y TEJA, Ramón (coord.).
Monjes y monasterios hispanos en la Alta Edad Media. Fundación Santa
María la Real, Centro de Estudios del Románico. Santander, 2006, págs.
(33-58) 48-50.

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