Del libro
"CELTÍBEROS, etnias y estados", de
F. Burillo
Los pelendones son
la etnia celtibérica que más estudios de síntesis ha merecido, la
mayoría centrados en la visión tradicional que los sitúa al norte de
Soria y de la que tan sólo discrepa actualmente Ocejo, quien propone
como alternativa las tierras burgalesas.270
Estas dos posturas surgen de la distinta interpretación de las fuentes
que hacen referencia a los pelendones, en concreto Plinio y Ptolomeo; se
nos plantea un problema similar al que veíamos con los arévacos, pues
gravita en torno a la adscripción étnica de Numancia a unos u otros.
Las menciones expresas sobre los
pelendones son de época imperial, Plinio al describir el convento
cluniense señala: «Al mismo convento acuden los pelendones, del grupo
de los celtíberos, con 4 pueblos, de los que fueron ilustres los
numantinos».271 Desconocemos
el nombre de los otros tres y se supone que estos pueblos corresponden a
las ciudades que cita Ptolomeo. Como hemos visto, la mención de Numancia
como pelendona contradice al resto de las fuentes conservadas, que la
relacionan con los arévacos. En otro párrafo, Plinio nos informa sobre
la localización geográfica de esta etnia:
El río Durio, de los más grandes de Hispania, que ha nacido entre
lospelendones
y ha pasado cerca de Numancia y luego corre entre los arévacos y los
vacceos272.
Y por debajo de los múrbogos están los pelendones, entre los que las
poblaciones
son:
Visontion |
11" 10' |
42°
50' |
Augustóbriga |
11° 30'
|
42° 40' |
Savia |
12°
30' |
42° 40'
273 |
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FIGURA 62. Cartografía de los pelendones según Taracena
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También se ha querido ver una
referencia a los pelendones en Tito Livio, quien al referirse a la
campaña de Sertorio del 76, cita junto a los arévacos a unos
cerindones, de los que no tenemos otra noticia.274
Unánimemente se acepta que es una variante del nombre de los
pelendones, lo que implica su existencia al menos en los inicios del
siglo I a.C. El silencio que les rodea en las fuentes del siglo II,
donde se narran los enfrentamientos de Roma con los celtíberos, no
es exclusivo de esta etnia, ya que, tal como hemos visto, también se
observa en la fronteriza de los berones. Distinta es la opinión
sobre el texto de Estrabón, que nombra entre los pueblos montañeses
del norte a los pleutauros, bardyetas y allótrigas.275
Dichos pleutauros son normalmente interpretados como una etnia nueva
desconocida en otras fuentes,276
al igual que los plentuisos, citados en el párrafo siguiente, que
habitan cerca las fuentes del Ebro. Sin embargo, se ha defendido su
correspondencia con los pelendones, dada su aparición junto con
distintas versiones toponímicas de várdulos y autrígones.277
Las referencias de Plinio
vinculando Numancia a los pelendones y la de Ptolomeo, que les
asigna la ciudad de Augustóbriga, han sido la base de la reducción
de esta etnia al norte de la provincia de Soria. Las primeras
propuestas razonadas se remontan al sigloXVI, momento en el
queJerónimo Zurita identifica Augustóbriga con Muro de Agreda a
partir del Itinerario de Antonino, los miliarios que hacen
referencia y la existencia de un importante yacimiento en este
lugar.278 Nace la postura de
que la localización de los pelendones tiene su centro en aquella
ciudad, dado que no hay una identificación segura para Visontion y
Savia, y si bien existirá alguna ligera variación sobre su
ubicación, la investigación de Saavedra dejará el tema centrado a lo
largo del siglo xx, cuando el estudio de los pelendones tomará nueva
luz al ser analizado dentro de las teorías invasionistas.279
Con Bosch y Taracena surge la propuesta de su antigüedad y de su
posterior arrinconamiento por los arevacos, buscándose para
justificar este proceso histórico el correspondiente refrendo
arqueológico.280 Taracena,
en su estudio sobre los castros sorianos, vincula este poblamiento a
los pelendones y por tanto a la entonces denominada cultura
hallstáttica, por lo que los arevacos, considerados como invasores,
quedarán identificados con la fase poshallstáttica. También en la
estratigrafía de Numancia se querrá ver esta secuencia, y Schulten
defiende la presencia de un primer nivel que atribuye a los
pelendones sobre el cual se desarrolla la ocupación arevaca.281
Por otra parte, asocia la información que Plinio nos da de Numancia
con una devolución por parte de Roma de la ciudad a los pelendones.
Bosch reafirmará estas teorías y propondrá una de limitación exacta
del territorio, contando tanto con la interpretación que hace de las
etnias fronterizas, como de nuevos parámetros: así el topónimo
navarro Filero será un indicador del límite antiguo de los
pelendones, lo que le lleva a atribuirles la ciudad de Contrebia
Léucada.282 Estos
planteamientos quedan consolidados por Taracena en su estudio
monográfico sobre los pelendones, donde ofrece una visión
cartográfica de su extensión, limitada por relieves montañosos y
restringida a todo el ámbito norte de la provincia de Soria, con
ciertas coincidencias con los límites provinciales actuales.283
Su delimitación coincide en gran parte con la de
Bosch salvo en el flanco occidental, donde está más reducida.284
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FIGURA 62. Situación de los pelendones y etnias vecinas a
partir de los datos de Ptolomeo |
Los estudios posteriores no han
alterado la situación geográfica otorgada. Me ceñiré únicamente a
los aparecidos en la década de los noventa, entre los que se debe
destacar la síntesis realizada por J. Santos, quien añade a las
teorías tradicionales la relación de las unidades organizativas
indígenas existentes en el territorio en que se fija a los
pelendones.285 Si bien
plantea la posibilidad, apuntada por otros autores, de que el área
de Salas de los Infantes corresponda a los pelendones, se inclina
por los criterios onomásticos de M. L. Albertos para alejar dicho
territorio de la Celtiberia. Propuesta novedosa han supuesto las
teorías de Espinosa y Usero sobre la existencia en el territorio
riojano de Tierra de Yanguas, durante época romano-imperial, de un
grupo humano social y culturalmente homogéneo, centrado
económicamente en la ganadería vacuna y en el aprovechamiento
forestal y que identifican por la práctica de una epigrafía
funeraria común.286 Plantean
la situación de estas estelas en el territorio de los castros. Sin
embargo, la existencia de una onomástica ibérica, les hace proponer
la presencia de un pueblo no céltico, que comparte con los
pelendones el hábitat de castros pero que son cultural y étnicamente
diferentes. No obstante, Gómez-Pantoja se inclina a pensar que la
homogeneidad de estas lápidas es fruto de una officina lapidaria y
por ende carece de entidad étnica, lo cual no niega la aparente
anómala presencia de la citada onomástica ibérica.287
En otro trabajo Bachiller y Ramírez insisten, dentro de la síntesis
de estudios sobre los pelendones, en el proceso diacrónico y de
formación de la cultura celtibérica.288
Su aportación desde el análisis arqueológico es que el fenómeno de
los castros, aun presentando connotaciones diferentes, no es
exclusivo del ámbito donde se ubica a los pelendones, ya que se los
encuentra también en el territorio que se supone arévaco, lo cual
anula la identificación étnica defendida por Taracena y Bosch. Los
datos arqueológicos obligan a abandonar las teorías invasionistas
arévacas y la posterior recuperación de los pelendones de su
supuesto territorio nuclear a partir de la intervención romana. A
falta de nuevos estudios arqueológicos, el problema con los
pelendones es que sólo podemos establecer su situación a partir del
estudio crítico de las fuentes de época imperial, distantes en
varios siglos del fenómeno considerado de los castros sorianos,
tiempo en el que la dinámica histórica ha tenido un proceso de
cambio notable.
A partir de una
aceptación total de Ptolomeo, Ocejo ha propuesto desplazar la
localización geográfica de los pelendones al territorio burgalés,
desvinculándolos por lo tanto de los postulados en que se basaban
las anteriores identificaciones: su vinculación a la cultura de los
castros y la identificación de la Augustóbriga de Ptolomeo con Muro
de Agreda.289 Es interesante
señalar que el precedente a sus conclusiones viene del siglo XVI,
cuando Florián de Ocampo, siguiendo las indicaciones de Ptolomeo,
sitúa a los pelendones en la mitad superior de la cuenca del Arlanza
y busca la Augustóbriga de Ptolomeo no lejos de Burgos; por aquel
entonces no se tenía la certitud de que esta ciudad correspondía a
Muro de Agreda.290
Ciertamente, atendiendo al
esquema de la posición relativa de las etnias que cita Ptolomeo,
encontramos una visión esquemática de la forma que presentan sus
territorios y que en el caso de los pelendones se ha obviado
constantemente, dado que contradice todos los planteamientos
tradicionalmente aceptados. Ptolomeo los ubica de forma expresa
debajo de los múrbogos (túrmogos), separando por lo tanto a éstos de
los arévacos, que habitarían al sur de los pelendones, mientras que
los vacceos se encontrarían al oeste, los berones al este y los
autrígones al noreste. Se debe, pues, incidir en la situación de
estas etnias que circundan a los pelendones para detectar el espacio
que, por no cubrirlo, se deberá relegar a los pelendones de
Ptolomeo.
En este análisis toma especial
importancia la situación de los túrmogos. Los últimos estudios
realizados sobre ellos hacen coincidir cuatro de las cinco ciudades
que Ptolomeo les atribuye—Segísamon, Sisáraca, Deobrígula y Ambisna—
con otras tantas mansiones que aparecen nominadas en los itinerarios
romanos de época imperial, por lo que las discrepancias existentes
dependen esencialmente de la situación del yacimiento imperial
elegido para su reducción.291
En el caso de la quinta ciudad, Brauon, la elección se hace más
hipotética y discutible porque Ptolomeo no da más noticias de ella.
No obstante, las ciudades túrmogas se sitúan de forma consensuada al
norte del Arlanzón. En cambio, se adjudicó a esta etnia una
extensión cartográfica que la llevaba hasta el Arlanza, con lo cual
se duplicaba el territorio donde se emplazaban las ciudades
anteriores.292 Pese a
corregirlo más tarde, 293 se
continúa, como indica Ocejo, contradiciendo a Ptolomeo al ponerlos
en contacto con los arévacos. En conclusión, los túrmogos se
ubicaron entre los ríos Arlanzón y Pisuerga, ocupando un espacio
fundamental en las comunicaciones entre el ámbito vacceo y la
cornisa Cantábrica y el alto valle del Ebro, hecho que por otra
parte deberá tenerse en cuenta para analizar su proceso étnico. A
pesar de ello, no tienen un desarrollo en el relieve serrano sino
que ocupan un ecosistema no muy distinto del vacceo, al extenderse
esencialmente por las unidades morfo-estructurales burgalesas de la
depresión del Duero y parameras de Arlanzón, unidad que tiene el
significativo nombre de la Campiña, reflejo de su potencialidad
económica del cultivo extensivo cerealista.294
A nadie se le
escapa que esta nueva localización de los pelendones se contradice
en el mismo Ptolomeo, ya que si la Augustóbriga que les atribuye y
que conocemos por aparecer mencionada en el Itinerario de Antonino y
en los miliarios, corresponde al yacimiento existente en Muro de
Ágreda, se aleja del territorio donde la sitúa. Por otra parte, las
coordenadas ptolemaicas llevan a hacer coincidir este yacimiento con
la ciudad de Nova Augusta de los arévacos, añadiendo mayor confusión
dado que esta ciudad aparentemente se localiza en Lara de los
Infantes, esto es, dentro del territorio que Ptolomeo da a los
pelendones. Todo ello pone en evidencia que Ptolomeo o bien erró en
la situación general que otorga a los pelendones o lo hizo con Nova
Augusta y Augustóbriga.
Para delimitar el territorio de
los pelendones, Ocejo ha seguido de forma muy estricta el dictado de
Ptolomeo: únicamente parte del análisis de los datos que le
proporciona el autor y se deja guiar fielmente por la proyección de
las coordenadas ptolemaicas que encuadran a los pelendones. Esto le
lleva a desplazarlos de la actual provincia de Soria al territorio
entre el Arlanzón y el Arlanza, dejando fuera el inicio del curso de
este río; los núcleos importantes que cita corresponden a los
yacimientos existentes en Villavieja de Muño, Lara de los Infantes y
Huerta de Abajo. Sin embargo, si a la información de tipo general de
Ptolomeo unimos la que nos proporciona la situación de las otras
etnias que rodean a los pelendones, con la muy probable penetración
vaccea en el tramo bajo del río Arlanza, nos encontramos con que el
territorio pelendón se nucleariza en torno al curso alto y medio del
río Arlanza y el nacimiento del río Duero, por debajo de los
túrmogos, autrigones y berones. Es decir, y siempre dentro de la
visión que nos ofrece Ptolomeo, los pelendones tendrían una posición
más oriental que la defendida por Ocejo y englobarían gran parte del
territorio soriano que para ellos defendió Taracena, a excepción
hecha de Numancia. Entre los asentamientos con categoría de ciudad
cabe citar Lara de los Infantes, donde estaría la Augustóbriga de
Ptolomeo, y Canales de la Sierra; en este lugar se ha querido situar
Savia, pero lo cierto es que el yacimiento no llega a época
imperial.295
Los pelendones, según las únicas
visiones tardías que de ellos tenemos, se asentarían en el flanco
sur de las sierras ibéricas septentrionales y en el denominado
corredor de Soria y Burgos.296
Territorio morfológicamente muy compartido y complejo, en el cual la
serranía de la Demanda y de Neila configuran un verdadero islote
húmedo entre las depresiones terciarias del Duero y el Ebro, da
lugar a un paisaje boscoso con buenos pastizales y prados
naturales, a la par que es una importante zona metalogenética.
Contrasta con este relieve el citado corredor de Soria-Burgos, en
donde se abre paso el río Arlanza, desarrollando unos suelos que
permiten tanto la explotación ganadera de sus pastos como el cultivo
cerealista. Si bien actualmente el citado corredor lo recorre la
carretera nacional que une Burgos y Soria, reflejo de un importante
camino natural, lo cierto es que en época romana quedaba fuera de la
red viaria más importante del Duero, centrada por una parte en el
eje del río y en su paso por Clunia y, por otra, en el recorrido
norte por los territorios de túrmogos y autrígones hacia el alto
Ebro. Ello podría explicar que las ciudades pelendonas que cita
Ptolomeo no aparezcan mencionadas en los itinerarios romanos.
F. Burillo Mozota
Del libro
"Celtíberos, etnias y estados"
270. L. Villaronga (1979), p.168
271. F. Burillo Mozota (1986a)
272. M. García Garrido y L. Villaronga (1987)
273. L. Villaronga (1979), pp. 172 y ss., con importantes
modificaciones cronológicas en (1994), pp. 249 y ss., aunque sin
cambiar las cecas que incluye en el grupo.
274. Véase M. Ostalé (1987)
275. L. Villaronga (1977 y 1979)
276. Para la inscripción en la tésera de hospitalidad, véase J.
Pellicer i Bru (1995)
277. A. Delgado (1873), II, p. 306
278. M. Beltrán Llorís (1967). Añade a esta identificación las
opiniones anteriores de otros investigadores.
279. J. Untermann (1975), p. 318
280. L. Villaronga (1977); véase en (1990) sus críticas a la
situación aceptada en Villasviejas de Tamuja.
281. L. Villaronga (1994), p. 406.
282. J. L. Sánches Abal y S. García Jiménez (1988).
283. J. de Hoz (1992b) y Mª P. García-Bellido (1995)
284. C. Blázquez Cerrato (1995); J. Pellicer i Bru (1995).
285. M. I. Ongil Valentín (1991), F.Hernández; M. D. Rodríguez y
M. A. Sánchez (1989); F. Hernández Hernández (1993) y F.
Hernández et al. (2007).
286. F. Hernández Hernández (1991, 1994).
287. Mª P. García-Bellido (1995), p. 267 y C. Blázquez Cerrato
(1995), p. 254; la interpretación de J. de Hoz ha sido recogida
por F. Villar (1995), p. 261.
288. J. L. Sánchez Abal y S. García Jiménez (1988), p. 153
289. Mª P. García-Bellido (1995), p. 212.
290. J. Jiménez Ávila (1990)
291. L. Berrocal Rangel (1995b).
292. C. Blázquez Cerrato (1995), p. 252; M. Beltrán Lloris
(1974) y L. Villaronga (1990), p. 82.
293. A. Arévalo González y A. García (1994), pp. 8-10.
294. A. Arévalo González y A. García (1994), p. 10.
295. C. Domergue (1967) y P. Otero Morán (1993), pp. 49-51.
296. C. Domergue (1990); Mª P. García-Bellido (1986), pp. 36-37
y P. Otero Morán (1993), pp. 52-53.
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